Esos entes

Que dice mi amigo que ni siquiera las leyes son iguales para todos. Miento.
Que lo que dice mi amigo es que, por supuesto, las leyes NO son iguales para todos. Que en el bar se sigue fumando como siempre. Es más. Que en todos los bares se sigue fumando como siempre porque ninguno se atreve a poner el cartelito de AQUÍ no se fuma.

Que no entiende cómo una minoría puede seguir haciendo lo que le da la gana. Que, claramente, la ley dice que no se fuma en los lugares de trabajo, que su lugar de trabajo es el bar y que los camareros (él es camarero), aunque son unos parias, también son humanos y tienen derecho a la salud y que, bueno, pero que, ¿qué pasa?, como diría su jefe con un puro en la boca porque si no te gusta «ya sabes».

Y, claro, él, saber sí que sabe, pero hacer, ¿qué puede hacer él, con dos hijos? (que en eso, ¿visteis?, SÍ se nos parecen un poco) a no ser que, bueno, dice él, los sindicatos de una buena vez opinen sobre su trabajo, su derecho a la salud, su naturaleza humana (aunque no lo parezca) o, bueno, más o menos, los sindicatos, esos ENTES.

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