Que se trata de una de las personas más ineptas al frente de un ministerio casi nunca favorecido es algo que hasta los medios generalmente favorables al actual Gobierno reconocen. Sin embargo, sería absurdo encasillarse en una protesta infructuosa y ruidosa. La ministra hizo una serie de promesas que convertían la ciudad de Salamanca en la sede del centro de documentación de uno de los periodos más trascendentales de nuestra historia, maltratado documentalmente.
Toneladas de documentos destruidos, apropiaciones indebidas toleradas, hacen urgente una legislación conservacionista adecuada. Y esto hay que exigir.
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