Quizá de haber sido encontrados dentro de unos siglos habrían sido un hallazgo arqueológico, pero nueve años después de la tragedia del 11-S siguen siendo un símbolo de la irracionalidad y una puerta a la esperanza.

Las obras que se llevan a cabo en la conocida como Zona 0, el lugar que ocupaban las torres gemelas del World Trade Center antes de que un atentado las derribara el 11 de septiembre de 2001, han sacado a la luz 72 nuevos restos humanos de desaparecidos en el derrumbe de los edificios.

Sin embargo, estos restos, que deberán ser identificados mediante pruebas de ADN, no son los únicos que han salido a la luz desde el día que cambió el mundo con el ataque terrorista más brutal conocido hasta el momento.

De las casi 3.000 víctimas que dejó aquella masacre, casi 1.000 corresponden a personas cuyas familias nunca consiguieron el consuelo de enterrar al ser querido, a desaparecidos entre los cientos de toneladas de acero y hormigón que se les vinieron encima.

En 2006 se puso en marcha un programa especial de recuperación de restos humanos, al que ayudan fundamentalmente las obras y movimiento de tierra y escombros que se realizan en la zona para la construcción de un nuevo edificio. Con frecuencia, los obreros que trabajan en la reconstrucción de la zona han de paralizar su trabajo por algún macabro hallazgo.

Los 72 fragmentos de cuerpos ahora encontrados provienen del movimiento de escombros de un hueco de unos 600 metros cúbicos, entre la zona de las torres y una de las calles adyacentes. Del resto de zonas, se han extraído ya 1.800 restos. Partes de las víctimas de la barbarie, que ahora, tendrán por fin un enterramiento lejos del hormigón y el acero.