«Sin cultura, no hay dignidad ni vida»

«Politraumático», como se define, Antonio Roda Jorge, anarquista substancial y excesivo lector, reprodujo su alias de guerra antifranquista, Cipri, en homenaje a Cipriano Mera, el revolucionario albañil de la CNT, coronel de la 2ª República.
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Culto y fornido, Roda (Larache, Ceuta, 1956) viene de un espeso linaje. Hasta 19 varones de su casta fueron futbolistas «sobre 1940». Los Roda del Betis, la Unión de Tánger o el Algeciras, entre otras escuadras «de segunda y tercera división».

Proletario de El Altet y padre de tres hijos, aplica la tesis libertaria de dedicar ocho horas diarias al trabajo, ocho más «al amor y la familia» y el tercio restante a la cultura. «Tengo un disco duro en la cabeza», exclama el guardián de 3.000 libros, capaz de zamparse un volumen de medicina en 48 horas.

Un empedernido lector que en sus «paseos zoológicos», digiere seis tomos al mes o «70 al año». Existencia repartida por Bilbao, Barcelona, Madrid o Almería y «separado y devuelto» de Joaquina, su aliada, ha sido bedel, paleta, operario eléctrico y telefónico o hamaquero en la playa del Postiguet.

Amante de Leonardo da Vinci, «que pudo inventar el tenedor porque era un trabajador nato», para él, «la dinámica obrerista es terrible» y «sin cultura, no hay dignidad ni vida».

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