Condenados en Valladolid a penas que suman 12 años los tres de la calle Portillo por tráfico de drogas

La Audiencia de Valladolid impuso un conjunto de penas que suman 12 años de prisión al matrimonio compuesto por Isaac B.V. y María del Carmen del V.M, junto con el hijo de ambos, Isaac B. del V, tras considerar probado que en enero de 2008, cuando todos ellos fueron detenidos, se dedicaban al tráfico de drogas desde el piso que los dos primeros ocupaban en la calle Portillo.

En su fallo, la Sala, frente a los seis años que el Ministerio Fiscal había pedido para cada uno de ellos, acordó imponer a los tres encausados penas de cuatro años de privación de libertad y el pago de multas por importe de 9.372 euros, tras entender como acreditado que el matrimonio "ejercía labores de distribución mientras que el hijo se ocupaba del acopio y aprovisionamiento de la droga", según informaron a Europa Press fuentes jurídicas.

Se da la circunstancia de que la pareja, su hijo y un amigo de este último, Juan José A.A, ya fueron juzgados y condenados hace dos años por estos mismos hechos, si bien el Tribunal Supremo acordó anular el juicio contra los tres primeros—el cuarto de los condenados no recurrió y ha cumplido parte de la pena—tras estimar que la Audiencia vallisoletana causó indefensión al primero de ellos al denegarse una prueba para probar su adicción.

Durante el segundo juicio, celebrado el pasado mes de mayo, miembros del operativo policial que detuvieron a los procesados apuntaron que éstos desplegaban una actividad más allá del mero 'menudeo', tal y como precisó el entonces instructor de las diligencias.

El funcionario recordó que en el registro practicado al piso, un 4º B situado en el número 4 de la referida calle, los agentes actuantes, amén de distintas cantidades de cocaína, marihuana, hachís, MDMA (éxtasis) y cristal, se incautaron de cuatro botes de ácido bórico de un kilo cada uno de ellos, "producto que normalmente utilizan para compactar la droga quienes trafican a un nivel mayor".

El agente incidió en que el operativo sobre el inmueble se montó a raíz de las denuncias presentadas por vecinos del barrio e incluso toxicómanos, tras lo cual las vigilancias confirmaron el continuo trasiego de personas que acudían a él para aprovisionarse de droga, tres de las cuales fueron sorprendidas a la salida con distintas cantidades.

"la tienda abierta".

"El día del registro el piso había estado desabastecido y por eso no empezamos a detectar clientes hasta la llegada de la mercancía. Era como si la tienda quedara entonces abierta", declaró el instructor de las diligencias, quien recordó que a raíz de las primeras detenciones de toxicómanos Isaac B.V. comenzó a adoptar mayores cautelas, entre ellas la de acompañar a los clientes hasta la calle y no darles vía libre hasta que se cercioraba de que no había policías en las inmediaciones.

Junto a todas estas pruebas, el agente advirtió de que las dos libretas ocupadas en el domicilio de los acusados contenían anotaciones que "se correspondían con ventas de droga, con toda seguridad, ya que aparecían términos como 'pagado' o 'debe' y todos los importes eran múltiplos de 50 ó 55 euros, que es el precio del gramo de cocaína", aseveró.

Pese a ello, el padre de familia, Isaac B.V, volvió a rechazar que él, su esposa y su hijo utilizaran el piso como punto de distribución de droga y mantuvo que las sustancias halladas en él, la marihuana, el hachís y la cocaína, eran para su propio consumo para combatir los dolores de la mala circulación de una pierna y una osteopatía de pubis que padecía.

"!Lo siento mucho, pero yo no he vendido droga en mi vida¡", respondió el acusado a la representante del Ministerio Fiscal, aunque sus explicaciones fueron bastante inconsistentes ante las preguntas de por qué la droga apareció escondida en distintas partes de la vivienda y acerca del uso que pretendía dar a toda una serie de efectos también intervenidos en el inmueble, tales como recortes circulares de plástico, bolsas de auto-cierre, alambre verde y dos balanzas de precisión, normalmente utilizados para la preparación de las papelinas.

Su esposa y su hijo, quienes al igual que el anterior fueron condenados en su día a penas de cuatro años por estos hechos posteriormente anuladas por el Supremo, ratificaron la versión del padre de familia, mientras que Juan José A.A, el único de los cuatro que no recurrió la condena de tres años recaída sobre él—salió de prisión hace dos meses—y que esta vez compareció como testigo, volvió a negar que colaborara con los anteriores en la venta de droga pero sí reconoció haber recibido un encargo de Isaac B.V. para que le comprara distintas sustancias por importe global de 2.000 euros, a cambio de lo cual él obtendría 800 euros.

"Me imagino que eran para su consumo", indicó el joven, quien apostilló que Isaac B.V. le hizo el encargo sin que la esposa y el hijo estuvieran al corriente de ello.

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