[Crónica Cannes 2012] Balas (con Brad Pitt) y risas (con Ken Loach)

Ni Kiarostami y su banal historia nipona, ni el teatro-cine de Resnais, ni el tupé de Brad Pitt, ni el whisky de Ken Loach. En Cannes seguimos sin encontrar ganadora por unanimidad. Por IRENE CRESPO
[Crónica Cannes 2012] Balas (con Brad Pitt) y risas (con Ken Loach)
[Crónica Cannes 2012] Balas (con Brad Pitt) y risas (con Ken Loach)
[Crónica Cannes 2012] Balas (con Brad Pitt) y risas (con Ken Loach)

A falta de uno, dos por uno. Comentemos dos días, dos largas jornadas cinéfilas en Cannes. 48 horas de cine que aún no alcanza el nivel del año pasado y no consigue unanimidad entre la crítica y periodistas acreditados. Pero da mucho que hablar. En las votaciones de la crítica internacional que va publicado todos los días las revistas del festival (Screen o Variety) siguen en lo alto Beyond the Hills, de Christian Mungiu; y Amour, de Michael Haneke. Seguidas de cerca por The Hunt, de Thomas Vinterberg; y Rust & Bone, de Jacques Audiard.

Las películas de la sección oficial proyectadas ayer y hoy siguen sin arrojar una ganadora. División absoluta es lo que han creado películas como Like Someone in Love, de Abbas Kiarostami o Vous n’avez encore rien vu, de Alain Resnais; enamoraron a muchos (especialmente Resnais) pero en general no acaban de convencer. Seguimos igual, vamos. Esperemos que el jurado lo tenga más claro.

Alain Resnais se ha marcado una película absolutamente libre, una versión teatralizada de Euridíce y Orfeo con cierto atractivo inicial, pero tan rancia en su puesta en escena (huele a kitsch setentero desde los títulos de crédito con humos y dibujos griegos), en su escenografía y con unas interpretaciones demasiado pasadas de vuelta. Es quizá la propuesta más original hasta ahora, lo que tiene más valor viniendo de una leyenda del cine que está a punto de cumplir 90 años y que, por cierto, ayer se le recibió en el Palais casi con más aplausos y peticiones de autógrafos que a Brad Pitt.

Like Someone in Love es la relación entre una joven prostituta y un profesor jubilado, una historia que el iraní Abbas Kiarostami se ha ido a rodar, y a rodar como él sabe, a Japón. Con una escena inicial absolutamente hipnótica, tierna, que va perdiendo todo su atractivo inicial hasta acabar convirtiéndose en la nada. En algo totalmente olvidable. Una pena. Sin intenciones, por ningún lado, Kiarostami ha intentado captar la emotividad fría de los japoneses, algo que ha conseguido según nos confirmó algún periodista nipón, pero con la que es difícil de empatizar. La más abucheada de los pases a los que he asistido hasta ahora.

Exactamente lo mismo ha pasado con las dos películas de la Sección Oficial de hoy, división absoluta entre la prensa. Para mí, sin embargo, uno de los días más redondos. En Killing Them Softly, Andrew Dominik (El asesinato de Jesse James), cuenta una ultraviolenta historia del hampa en crisis, dominado por las empresas, por el mercado, influenciado por la política de EE UU (toda la acción ocurre durante las elecciones a presidente hasta que ganó Obama), igual de jodido que el resto del mundo. Adaptación de la novela Cogan’s Trade, sobre todo brilla por el mejor reparto posible para mafias: Brad Pitt, de mercenario hipermacarra; Ray Liotta, y James Gandolfini, de matón en depresión, alcohólico y adicto a las putas (un Tony Soprano pasado de rosca), entre otros ex Soprano, como Vincent Curatola (era Sack, Sacramonti) y Max Casella (Benny en la serie). Además, Richard Jenkins, com el intermediario entre matones y empresarios; y Sam Shepard en un cameo.

Y con Ken Loach llegaron las risas. El desahogo de tanta intensidad y drama, tan criticado por cierta crítica (valga la redundancia). The Angels' Share es la historia de cuatro perdidos de Glasgow que se conocen cumpliendo su condena de servicios a la comunidad y, apoyados por su supervisor, deciden cambiar su vida. Sobre todo, uno de ellos que acaba de ser padre y se descubre como una excelente nariz para catar whiskyes (Loach está harto de la tiranía de los gintonic, nos dice en esta comedia cuyo título se refiere al licor que se evapora y se pierde durante la destilación). Divertida feelgood movie, y la más comercial que hasta ahora hemos visto y probablemente veremos, pero si es verdad que Moretti, presidente del jurado, quería algo de buen rollo, Ken Loach es su hombre.

Fuera de competición y ante las terribles colas que se esperaban en el pase de la de Bertolucci (Yo y tú) –he decidido no perder el tiempo en más de dos colas al día–, me lancé a la que dicen es la apuesta de este año en el festival de los hermanos Weinstein, The Sapphires. Teniendo en cuenta que su gran apuesta el año pasado fue The Artist, esperaba mucho más de este cruce entre Dreamgirls y Criadas y señoras, la historia de un grupo de soul de cuatro aborígenes australianas que se van a cantar a las tropas en Vietnam. Los Weinstein se van a tener que esforzar mucho para promocionar esta película y rascar algún premio, aunque en taquilla quizá sí les funcione en EE UU. Cine de cuota buenrollero a lo Criadas y señoras y The Blind Side.

En Un certain regard, ayer se pudo ver la primera de las coproducciones epañolas-hispanoamericanas, Elefante blanco, de Pablo Trapero, con un gran Ricardo Darín de cura de una villa pobre de Buenos Aires. Mejor en sus debates sobre fe, burocracia eclesiástica, que en sus momentos de acción, con unas claves de trama que vas adivinando. Fue recibida con grandes aplausos.

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