La mujer asesinada en Vigo con un adoquín perdió la consciencia con los primeros golpes y no pudo defenderse

Los médicos no apreciaron heridas de defensa en el acusado y consideran que estaba "tranquilo" cuando lo examinaron

La mujer que murió a manos de su pareja en Vigo en verano de 2008 por los golpes dados con un adoquín, Aellyca Dacosta, recibió "entre nueve y once" heridas en la cabeza y perdió el conocimiento con los primeros golpes, de modo que no se pudo defender, según relataron hoy los forenses que realizaron su autopsia.

Según estos peritos, que declararon hoy en el juicio que se sigue contra el presunto autor del crimen, Manuel D.D.S., la víctima recibió entre nueve y once golpes en la cara, la frente y la parte posterior de la cabeza con un "objeto contundente compatible" con el adoquín que se encontró que se encontró al lado de su cuerpo.

Asimismo, explicaron que los golpes iniciales, que recibió en la frente y que le hicieron perder el conocimiento, "no tendrían que ser mortales si recibía asistencia médica", aunque precisaron que el ataque por detrás, especialmente tres lesiones en la región occipital, sí causaron el fallecimiento al ocasionar un grave traumatismo y una hemorragia cerebral.

Con respecto a la posición de víctima y agresor, los forenses explicaron que Aellyca recibió los primeros golpes "de arriba a abajo" estando frente a frente con su atacante, mientras que en los golpes posteriores estaba "en un plano inferior". Además, determinaron que, aunque la chica movió la cabeza para intentar esquivar los primeros ataques, no se apreciaron otras heridas de defensa.

Las declaraciones de los forenses ponen en entredicho la versión del acusado, quien aseguró durante el juicio que actuó para defenderse de un primer ataque de Aellyca y que, en ese momento, estaban forcejeando en un sofá, él debajo y ella encima de él.

Lesiones del acusado

Por otra parte, los médicos que examinaron al acusado cuando fue detenido constataron la presencia de pequeñas erosiones en su mano izquierda, aunque apuntaron que "es difícil" considerarlas heridas de defensa. Asimismo, apreciaron una tendinitis en la mano derecha producida en su opinión por el sostenimiento prolongado de un objeto pesado con cierta fuerza.

Los facultativos que examinaron a Manuel D.D.S. confirmaron que en ese momento —dos días después del crimen— se encontraba en condiciones de prestar declaración y que "no tenía síntomas de ansiedad, estaba tranquilo, coherente y sin alteración".

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