El final de 'Harry Potter' deja sin hogar a cientos de lechuzas

Todo comenzó con 101 dálmatas. Enamorados de esta raza canina tras verla en acción en el filme de Disney, muchas familias adquirieron un ejemplar, sin darse cuenta de que se trata de una variedad muy activa que necesita de una educación rigurosa. El resultado: animales maltratados y abandonados. Décadas después, la fiebre mal entendida por Las tortugas ninja llenó ríos, estanques y alcantarillas de todo el mundo con quelonios desechados por sus dueños. Y las últimas víctimas de un fenómeno similar han sido las lechuzas. Según informa el tabloide británico Daily Mirror (vía io9), los refugios de animales de Gran Bretaña están llenándose de aves nocturnas dejadas a su suerte tras el fin de la saga.

La fuente cita como ejemplo un centro especializado en lechuzas del norte de Gales: antes del estreno de Harry Potter y las reliquias de la Muerte 2 el año pasado, Owlcentre cuidaba sólo seis animales. Tras el fin de la saga del mago con gafas, el número de sus inquilinas se ha incrementado hasta más de cien. Todo ello contando con que dichas mascotas fueron confiadas al refugio por sus propios dueños, lo que deja fuera de la estadística a aquellas abandonadas a su suerte.

Al parecer, la razón de que muchos pottermaníacos hayan decidido deshacerse de sus Hedwigs particulares está en lo costoso de su mantenimiento. Carnívoras y agresivas, si no se las trata bien, las lechuzas domésticas pueden costar 1.195 euros, y requieren de muchos cuidados y atención, así como de una pajarera de 6 metros cuadrados (como mínimo) para que se encuentren a sus anchas. Sumemos a ello el hecho de que, como aves que son, pueden llenar una casa de excremento si no se les proporciona un lugar adecuado, y que, si no se les proporciona la ocasión de volar y extender sus alas (cerca de un metro de envergadura) pueden desarrollar infecciones en el pecho.

Ante estas noticias, la autora de la saga J. K. Rowling ya emitió declaraciones contundentes. "Si mis libros han llevado a alguien a creer que una lechuza puede ser feliz encerrada en una jaula en una casa, me gustaría poder gritarle a la cara '¡Eso está mal!", comentó la escritora. Y prosiguió: "Ya que les gustan tanto las lechuzas, ¿por qué no donan dinero a un santuario para aves?".