Los hechos sucedieron en junio de 2009, cuando el acusado se dirigió al domicilio de su ex pareja, con el objetivo de ver al hijo común de ambos, y, tras una discusión sobre el régimen de visitas, sacó una pistola de perdigones que tenía guardada en la ropa.

Con ella pegó un tiro en la frente a la víctima, en presencia del niño, menor de edad, pero también la advirtió de que la pistola de verdad la tenía en el coche, y a continuación abandonó el domicilio.

A los cinco minutos, regresó y advirtió a su ex compañera de que si le denunciaba y finalmente él "dormía en el calabozo", ya había depositado 2.00 euros "para que la mataran".

Como consecuencia de estos hechos, la víctima sufrió heridas y le quedó una cicatriz. El Juzgado de Instrucción número 1 de Reinosa acordó la prohibición de aproximarse a una distancia de menos de 100 metros de la mujer, así como de comunicar con ella por cualquier medio.

Por estos hechos, el Juzgado de lo Penal número Tres de Santander condenó al procesado a tres años de prisión, por un delito de violencia de género con lesiones con uso de armas, y a otros nueve meses por otro delito de violencia de género por amenazas.

Asimismo, se le impuso la prohibición de acercarse a menos de 100 metros durante cinco años y nueve meses, y a indemnizar con 595 euros a la víctima.

El acusado recurrió contra ese sentencia, que confirma ahora la Audiencia Provincial de Cantabria.