El arzobispo de Valencia, monseñor Carlos Osoro, exhortó hoy a "situar a Dios en el centro de la historia y a recibir a Jesucristo en nuestra vida, con todas las consecuencias, y no marginarle como si fuera de un museo, que sirvió durante muchos siglos y ahora es un simple recuerdo más de la historia", según informó el Arzobispado en un comunicado.

Monseñor Osoro se expresó en estos términos durante la homilía en la misa de pontifical que presidió hoy en la Catedral de Valencia con motivo de la solemnidad del Corpus Christi. Durante su intervención, el prelado insistió en que "Dios está presente en la vida de los hombres" y aseguró que "cuando los hombres quieren retirarle cometen el mayor suicidio de la Humanidad".

Además, el titular de la archidiócesis alertó sobre el "riesgo que vive hoy el mundo porque queremos hacer las cosas desde nosotros mismos; a Dios le ponemos a un lado, le escondemos y en un mundo así, el ser humano se pone en situación de morir el mismo y los demás".

Por el contrario, "si ponemos a Dios en el centro de la historia y de nuestra vida, toda la humanidad podrá comer, porque todo lo mío será para otros". En este sentido ha recordado que hoy se celebra también el Día Nacional de la Caridad, y ha subrayado que, por eso, "la caridad máxima que podemos aplicar en nuestra vida es poner a Dios en el centro".

En la misa del Corpus Christi, concelebrada por el arzobispo con sus obispos auxiliares, monseñores Esteban Escudero y Enrique Benavent, y con el cabildo de la Catedral, participaron, entre otras autoridades, la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá; el vicepresidente tercero del Consell, Juan Cotino, el presidente del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana, Juan Luis de la Rúa; el rector de la Universidad Católica de Valencia, José Alfredo Peris, y representantes de la Asociación de Amics del Corpus. También colaboró la Coral Catedralicia, bajo la dirección de su titular, José Climent.

Por otra parte, al término de la eucaristía el arzobispo se dirigió a la Puerta de los Hierros de la Catedral, donde saludó personalmente a cada uno de los fieles que habían participado en la misa.