Desde la pasada primavera, dicen los ecologistas, las máquinas han acabado con 70 hectáreas de superficie arbolada de la capital, es decir, el equivalente a 70 campos de fútbol o a más de la mitad del parque del Retiro, que cuenta con 120 hectáreas.
Arbolado urbano arrasado por el asfalto, jardines inexistentes y «parques fagocitados» de la noche a la mañana. Ése es, a juicio de los ecologistas, el legado que dejará el alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón.
La tala de árboles es más notoria en los distritos de Arganzuela y Latina. El parque de Arganzuela, por ejemplo, ha perdido casi un 80% de su superficie, y los vecinos de la avenida de Portugal ya no tienen ningún árbol en la puerta de sus casas. Todos han sido arrancados por las máquinas. La mayoría de estos ejemplares tenían más de 50 años.
Otro de los «puntos negros» señalados en el estudio es la Casa de Campo. Allí, 40.000 m2 de los jardines de plantas medicinales, un lugar histórico, han sido arrasados por las obras de conexión de la M-30 y la A-5.
Desprecio a los jardineros
Los jardineros municipales ven un total «desprecio» a su trabajo en la tala de árboles a causa de las obras del alcalde Gallardón. «Es muy duro ver cómo se dilapidan sus esfuerzos y los de varias generaciones en un verano», explicaba ayer Luciano Labajos, de CC OO. Los trabajadores del sector han firmado un manifiesto en defensa de la jardinería pública de Madrid.
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