Repasamos la trayectoria de Concha Velasco, de chica yeyé a actriz todoterreno

  • Más de medio siglo de cine, teatro y televisión la contemplan.
  • Representó a la joven del tardofranquismo: entusiasta, vital, hambrienta de felicidad.
  • Nos habla de su vida, obra y 'Rabia', su última película.

Habrá un día en el que, como López Vázquez, José Isbert o Fernán-Gómez, Concha Velasco se morirá. Desfilarán entonces, ante su ataúd, las multitudes emocionadas. Sus películas y entrevistas de archivo monopolizarán la televisión. Y los periódicos se unirán en un canto fúnebre, unánime y, quizá, tardío: "Qué mujer. Qué artista. Qué grande era la Velasco".

Que nadie se alarme: Concha Velasco no ha muerto. Ni mucho menos. Triunfó en televisión con 'Herederos'. Triunfa en el teatro con 'La vida por delante'. Tiene película en cartelera, 'Rabia'. Y, en persona, está espléndida. Pero más de setenta años de vida y casi sesenta de profesión se notan en algo: las tablas. En cómo contesta a las preguntas. En cómo mira hacia atrás.

Un "atrás" que comienza en Valladolid en 1939. Desde la cuna, en plena posguerra, la niña tiene una vocación, bailar, muchas ganas de aprender y talento. Lo ven en el Conservatorio Nacional, donde la admiten. En la escuela de Laura de Santelmo, donde aprende ballet clásico en la calle Libertad, rodeada de sorollas. Y lo ven los que le dan una beca para seguir aprendiendo en Londres, algo imposible de hacer por un problema familiar: hay que conseguir dinero. ¿Cómo? "Con lo único que sabía hacer: bailar –confiesa Velasco–. Flamenco, zarzuela, lo que fuera. Hasta que metí la cabeza en el cine".

Un papelito para Chiti

Eso es a los 15 años, cuando debuta en 'La reina mora'. Concepción no es todavía Concha, ni Conchita, sino Chiti. "Dadle un papelito a la Chiti", dice el maquillador Julián Ruiz ante las ganas de trabajar de la chica. Lo mismo piensa Tony Leblanc, que, tras ser botones, boxeador y futbolista, empieza a triunfar como actor. Ruedan varias cintas juntos y Velasco se hace estrella: 'Las chicas de la Cruz Roja' (1958) o 'Los tramposos' (1959) la ponen de moda. En tiempos plomizos, unos tobillos delgados, un lunar sugerente y una inacabable sonrisa nunca son mal recibidos. Conchita transmite entusiasmo, vitalidad, hambre de felicidad. Lo mismo que siente toda una generación de mujeres.

"Si por algo salí adelante en esta profesión –afirma Velasco en la butaca de un cine, muchos años después–, fue por la generosidad. Y si yo intento ser generosa con las actrices que empiezan es por devolverles lo que me dieron Leblanc, los Ozores, López Vázquez o Alberto Closas. Y actrices magníficas, como Milagros Leal, Pepita Serrador, la madre de Chicho, o la madre de Pilar Bardem, doña Matilde Muñoz. Desde pequeñita admiré a los actores mayores, y ellos me lo dieron todo".

No te quieres enterar...

Generosidad, trabajo, talento y, por supuesto, suerte. La que también encontró en el rodaje en 1965 de 'Historias de la televisión', donde le pidieron cantar. No lo había hecho hasta entonces, pero la Velasco no se arrugaba. Cantó e hizo historia: era 'La chica yeyé'. Ese año los Beatles pisaban España, soplaba algo de aire fresco y eso del pelo alborotado y las medias de color ya no estaba tan mal visto. Quisieron convertirla en cantante, pero no lo consiguieron. Quería cantar –grabó ocho discos–, pero también bailar y actuar. Todo menos estancarse. "Es de lo único –explica–, de lo que presumo: de no haber permitido que me encasillaran. En este país nos encantan las etiquetas políticas, sociales o religiosas. Algunas me gustan, pero no las profesionales. He hecho de monja y de puta. Drama, comedia, musical o esperpento. He hecho de todo".

Si lo dice, habrá que creerla. Ha sido candidata al Goya por 'Más allá del jardín' y 'Esquilache', aunque no consiguió el premio. Sí se llevó algún Fotogramas de Plata, premios de la Unión de Actores y galardones teatrales. Y, sobre todo, aprendió el secreto, el suyo, de la profesión: que "cada personaje sea el último. Sea pequeño o grande, de cine, teatro o televisión: ése es el primero y el último. Si empiezas a creer que lo sabes todo, a no admirar a tus compañeros, envejeces. Y yo no quiero envejecer. Pero para eso hay que tener mucha curiosidad y disciplina".

Papeles de ‘mayor’

La disciplina la lleva a seguir embarcándose en giras teatrales (acaba de anunciar que la de ahora, con 'La vida por delante', será "seguramente la última") y a continuar esperando buenos trabajos, aunque sean de "señora mayor". "En teatro abundan –explica–, pero es más difícil conseguirlos en cine y televisión. Ahí, el hombre sigue siendo el protagonista". Pero no ceja, y sigue teniendo un modelo a seguir: Katherine Hepburn. "No me parezco en nada a ella, ojalá me pareciera –dice–, pero es la única actriz que ha logrado sobrevivir por encima de talento, belleza y madurez. Supo lograr algo maravilloso: tener pequeños papeles en películas enormes. Envejecer dignamente. Eso es lo que quiero yo".

Así, presumiendo de vestido y de dignidad, se despide. Defendiendo 'Rabia', su última película, su profesión y, por encima de todo, al cine español: "Fue muy criticado por decirle 'no a la guerra', pero fue injusto. El cine español de hoy es magnífico, como lo fue el de los años cuarenta o el de los sesenta. El arte no tiene nada que ver con la política, sino con el talento y la sensibilidad, y de eso hay mucho. El ambiente de camerino es muy sano. Hay música, lectura, bromas. Mucha cultura. Mucha sensibilidad".

Una Santa Teresa muy maternal

Asegura que no ve sus películas ("¿Pero cómo voy a llegar a casa y ponerme una de Conchita Velasco?"), pero reconoce que un día le gustaría un homenaje teatral "revisando" su carrera, "repitiendo papeles" y "haciendo otros" que no pudo hacer. Para crear sus papeles recurría a gente a la que conoció: "Muchas veces me inspiré en mi madre. Por ejemplo, para encarnar a Santa Teresa de Jesús: mi madre andaba igual que el personaje".

No pases de...

Una película. 'Los tramposos'. La picaresca, que ha dado enormes obras de arte en nuestro país, enmarca esta divertida comedia con un reparto de lujo: Tony Leblanc, Antonio Ozores y López Vázquez. Por el lado femenino, Velasco y Laura Valenzuela derrochan encanto. Pedro Lazaga, 1959. Divisa, 7,95  euros.
Un disco. 'La chica yeyé'. Fue un éxito instantáneo. La que iba a ser una canción más de 'Historias de la televisión', secuela de 'Historias de la radio', se convirtió en himno generacional. La canción, junto a otras de la época del sello Belter, fue incluida en este recopilatorio. 'La música de mis películas', Concha Velasco. El Delirio, 7 euros (usado).
Un libro. 'Rabia'. La película que acaba de protagonizar Velasco se basa en una novela homónima. Muy superior a su adaptación al cine, 'Rabia' cuenta la tormentosa relación entre dos jóvenes, pero también refleja la crisis social y económica que afectó a Argentina hace unos años.  Sergio Bizzio, 2004. Ed. Interzona, 12 euros.
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