Virus que comen bacterias

Ernesto García, del Centro de Investigaciones Biológicas, desarrolla una terapia que podría acabar con enfermedades infecciosas, como la neumonía. Se ha probado con éxito en ratones.
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Jorge París
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En el río Ganges se descargan por minuto 1,1 millón de litros de aguas negras, una cifra alarmante si se tiene en cuenta que un gramo de materia fecal puede contener un millón de bacterias. ¿Cómo es posible que los habitantes de Varanasi (Benares) se bañen y no enfermen?

No es sólo adaptación natural. La respuesta está en los fagos líticos (no los atemperados), virus que se comen a las bacterias y actúan como filtro. Su presencia la intuyó Hankin en 1896. Desde entonces se investigan, pero aún están por descubrir muchas de sus posibilidades curativas.

Ernesto García, del Centro de Investigaciones Biológicas (CIB), dependiente del CSIC, lo sabe casi todo sobre estos agentes ultramicroscópicos. «Son los únicos capaces de matar a las bacterias que se han vuelto resistentes a los antibióticos. Están por todas partes: en nuestro organismo, en el mar (hasta diez millones por cm3), en los ríos, en las aguas fecales… Y aislarlos es relativamente sencillo», explica.

Eficacia probada

Los bacteriófagos se han mostrado eficaces para tratar infecciones cutáneas e intestinales, entre otras –en España no está autorizado ningún compuesto de fagos–. Sin embargo, con el desarrollo de los antibióticos, su estudio se paralizó en Occidente. «La industria farmacéutica creyó que todo estaba hecho», comenta García. Pero en la Europa del Este continuaron funcionando dos institutos: uno en Georgia, hoy día casi desmantelado, y otro en Polonia. Los responsables de este último aseguran haber obtenido unos resultados espectaculares: el 99% de los 550 pacientes tratados se han curado.

El futuro de las terapias fágicas pasa por combatir el bacilo de la tuberculosis y la bacteria del neumococo, causante ésta de enfermedades infecciosas como la neumonía, la meningitis (ambas mortales), la otitis...

García, junto con su compañero Rubens López, han logrado romper con productos fágicos (enzimas líticas) la pared celular del neumococo.

Inyectamos el combinado en ratones infectados y a los pocos días se curaron». Ahora, junto con la Fundación Jiménez Díaz, van a crear otros modelos animales. «En un año puede que tengamos resultados y podamos pensar en experimentar con humanos», dice García.

Premio Pulitzer y filme de J. Ford

La novela El doctor Arrowsmith, de Sinclair Lewis, llevada al cine por John Ford en 1931, aproximó a la población estadounidense lo que fue la investigación microbiológica en el primer tercio del siglo xx. La novela, que le valió a Lewis el Premio Pulitzer en 1926 y despertó gran interés en el público, mostraba las posibilidades curativas de los bacteriófagos. Este término fue acuñado en 1917 por el franco-canadiense D’Herelle, el primero en utilizar los fagos para tratar la disentería en un niño de 12 años. Antes, Twort, en 1915, supuso que aquellos agentes capaces de matar bacterias eran virus ultramicroscópicos.

Ventajas

Espectro de acción: Los antibióticos matan muchos tipos de bacterias, pero los fagos sólo atacan la bacteria deseada.

Efectos secundarios: Los bacteriófagos no tienen.

Resistencias: Los antibióticos dejan de ser eficaces. Los fagos no (se puede emplear un cóctel distinto cada vez).

Coste: Aislar fagos es fácil y mucho más barato.

Nuevos tipos: Sólo se ha desarrollado una clase nueva de antibiótico en 40 años. La naturaleza, fuente inagotable de fagos.

Bio. 56 años. Está casado y tiene dos hijos. Entró en el CIB en 1972. Desde 1985 investiga las terapias fágicas. Le gusta pescar y leer.

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