Desde la imagen de la izquierda a la de la derecha pasaron tan sólo unos meses. En un viaje a Roma en 2006, Miguel Muñoz, un malagueño con obesidad mórbida, pesaba 197 kilos y había abandonado su gran vocación: ser bailarín profesional. Muñoz ha participado este viernes en un encuentro entre obesos y ex obesos en Barcelona.
Hicieron falta una operación para implantarle una banda gástrica (que obstruye la boca del estómago) y también mucha fuerza de voluntad para dejar atrás esa etapa, que describe como "llena de tristeza". "Somos incapaces de controlarnos. Emprendí una lucha sin sentido contra mi enfermedad pero no fui capaz de seguir en los escenarios", explica.
Miguel se define todavía como "un gordo" y matiza que "el tema no es que te llamen así, sino cuándo lo dicen, cómo y por qué, no es más que una acumulación de grasa". "Yo sé ahora que no hay un gordo feliz, es un escudo que nos estamos poniendo", explica Miguel. "Tenemos una baja estima y acumulamos muchos problemas interiores", añade.
Montse Mateu, barcelonesa de 52 años, pesa 69 Kilos. Había llegado a alcanzar los 120 Kilos. La obesidad hizo agravar los problemas que sufría en las articulaciones y pasó a tener diabetes. Un 39% de los españoles tiene problemas de obesidad.
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