El antropólogo Miguel Botella, uno de los expertos que investigan el caso, dice que «los restos pertenecen a antiguos enterramientos realizados en el cementerio hace unos cincuenta años». Los huesos, señala, «están mezclados con restos funerarios como lápidas y jarrones, y pueden pertenecer a un centenar de personas».
El científico considera que los huesos fueron trasladados probablemente durante alguna reforma del cementerio hace más de 25 años, por lo que la empresa municipal Emucesa, que gestiona actualmente el camposanto, no habría incurrido en ningún delito, ya que en aquellos años no existía aún como gestora del cementerio granadino.
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