Cada día, por ejemplo, en Cataluña, se diagnostican uno o más casos. En nuestro país viven entre 120.000 y 150.000 personas con el VIH. El Gobierno le recordó ayer a la Iglesia que la «abstinencia no basta» para frenar la epidemia «y que deberían saberlo».

Una cuarta parte de los afectados sí que no saben que  lo padecen. Entre enero y junio de 2005 se han registrado 1.251 casos, menos que en 2004, según Sanidad.

Cumplir los compromisos

Tic, tac, tic, tac... El tiempo también pasa para el VIH (virus de inmunodeficiencia humana) y la prevención, con el preservativo como caballo de batalla, y el diagnóstico precoz siguen siendo las mejores armas para frenarlo.

Las ONG denuncian que es fundamental que «se cumplan sus compromisos». Los Objetivos del Milenio, firmados por los países de la ONU que pretenden reducir el VIH para 2015, están en papel mojado. Onusida calcula que en 2007 necesitará 20.000 millones de dólares para frenarlo. Tic, tac, el tiempo corre en los bolsillos del mundo, tic...

Cinco millones más en el mundo en 2005

El número de afectados por el VIH ha crecido este año en cinco millones de nuevos contagios en el mundo. Según Onusida, más del 90% de los 40 millones de afectados se encuentran en África, Asia, Europa del Este e Iberoamérica. España es el país con la mayor tasa de la UE.

El virus

Mitos...

... y realidades

Luis Morante, afectado por el VIH

Bio. Tiene 36 años y trabaja socialmente en centros penitenciarios. Preside Masmadrid.

Dieciocho añitos y muchas locuras de juventud. Un diagnóstico brutal en la década de los ochenta, los años de  la desinformación, del sexo rápido, la heroína: «Te quedan cinco años de vida», le aseguró el médico. Desde entonces repite: «No es lo mismo la causa que el efecto».

No es lo mismo el sida que ser portador del VIH: «El sida es cuando se presenta una enfermedad oportunista, y no el virus en sí, que te dice que algo va mal».

Así que no es lo mismo VIH que el sida social: «Mi familia me repudió, pensaron que me lo había buscado». Y tampoco es lo mismo un «yo no hecho nada malo» que «no tener a nadie, como muchos de mis compañeros».

Luis Morante, con 36 años bien ganados, ya no necesita presentación. Tuvo la suerte de encontrar a una persona que le comprendió, su actual mujer.

Tengo un trabajo y una familia como cualquier hijo de vecino, y he aprendido a vivir la vida de otro modo, he sentido el cariño de mis hijos, superé la discriminación, el miedo»... No es lo mismo.

«Una enfermedad extraña». Cualquier niño de las áreas rurales de China define así el sida. «Hay una horrible», dice uno de los niños huérfanos. «Mi madre tuvo esa enfermedad porque vendió su sangre –práctica habitual y sin control en China– y murió unos meses más tarde». Ahora, a este huérfano le toca cuidar de su padre.

Esta joven jamaicana sabe lo que es esta enfermedad: «Tenía sólo quince años cuando murió mi padre, y se llevó su secreto a la tumba, ya que no habló nunca del sida con nadie ni conmigo.

Ahora sé que contar que el sida se lleva muchas vidas en el mundo es la única manera eficaz para vencer esta epidemia».