Los jesuitas de Santander celebran hoy una misa de acción de gracias por la beatificación del padre Hoyos

La comunidad de los padres jesuitas de Santander celebrarán hoyuna misa de acción de gracias por la beatificación del padre Bernardo Hoyos, que ha sido posible gracias a que se consideró el milagro que habría obrado en Mercedes Cabezas, una joven que luego fundó, en Santander, la nueva congregación de las Operarias Misioneras.
Altar Y Tapiz Durante La Beatificación Del Padre Hoyos
Altar Y Tapiz Durante La Beatificación Del Padre Hoyos
EP
Altar Y Tapiz Durante La Beatificación Del Padre Hoyos

La misa se oficiará a las siete y media de la tarde en la iglesia del Sagrado Corazón, de la calle San José, por lo que se ha pedido que en especial acudan los colaboradores y alumnos del colegio de los jesuitas.

El padre Hoyos murió con 24 años de edad, pero ya entonces había contribuido, a propagar en España la devoción al Sagrado Corazón de Jesús.

La beatificación del padre Bernardo Francisco de Hoyos se celebró el pasado domingo, día 18 de abril, en la diócesis de Valladolid, de donde era natural.

Esta beatificación está estrechamente relacionada con la Diócesis cántabra a través del milagro atribuido al padre Hoyos, y que, según el Obispado, "salvó de una muerte segura" a María Mercedes Cabezas Terrero, la cual fundó, en 1949 en Santander, una nueva congregación a la que denominó las Operarias Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús.

La madre Mercedes (Salamanca, 1911- Santander, 1993) antes de profesar la vida religiosa, residía en Salamanca y, con 23 años, se curó de una grave tumoración en 1936, después de rezar una novena y de pedir con frecuencia la intercesión del padre Bernardo Hoyos.

Tras su curación, esta religiosa fundó en Cantabria la congregación de las Operarias Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús, sita en la santanderina avenida del Cardenal Herrera Oria, en Cazoña.

De hecho, la propia Mercedes Cabezas, tiene abierta en la Diócesis de Santander, por su vida de santidad, una causa de canonización que se inició en febrero de 2003 por el anterior obispo, José Vilaplana.

Tras una prolija labor, esta religiosa murió "en auténtico loor de santidad" en la capital cántabra, el 30 de septiembre de 1993.

Sus restos mortales descansan en la capilla de la Casa Madre de las Operarias de Santander.

A su muerte dejaba unas 30 religiosas trabajando por la infancia marginada y distribuidas en sus cinco casas.

En Santander prestan su labor evangélica siete religiosas en un centro que alberga a unas 30 niñas, en su mayor parte, hijas de mujeres inmigrantes.

En este lugar también existe una guardería en la que se atiende a unas 45 niñas necesitadas.

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