Centro de Estudios Andaluces aborda en una obra "el duro destino" de los soldados repatriados tras la guerra del 98

El Centro de Estudios Andaluces, fundación perteneciente a la Consejería de Presidencia, presenta hoy en la Feria del Libro de Córdoba la edición del volumen 'Andalucía y la repatriación de los soldados en la guerra del 98', una obra que cubre el vacío historiográfico sobre los verdaderos protagonistas de la Guerra de Cuba y Filipinas y el duro destino de los soldados repatriados a España.

El Centro de Estudios Andaluces, fundación perteneciente a la Consejería de Presidencia, presenta hoy en la Feria del Libro de Córdoba la edición del volumen 'Andalucía y la repatriación de los soldados en la guerra del 98', una obra que cubre el vacío historiográfico sobre los verdaderos protagonistas de la Guerra de Cuba y Filipinas y el duro destino de los soldados repatriados a España.

Según informó la fundación en una nota, "mucho" ha sido lo que se ha escrito y publicado sobre el desastre de Cuba, el regeneracionismo y el espíritu del 98, sin embargo, "poco" es lo que se conocía hasta ahora acerca del duro destino de los soldados repatriados a España. De esta manera, este trabajo cubre el hueco historiográfico, gracias a la coordinación del investigador cordobés Patricio Hidalgo Nuchera, profesor de Historia de América en la Universidad Autónoma de Madrid, con la colaboración de la profesora de la Universidad de Sevilla Carmen Borrego Pla, José Luis Millán Chivite, de la Universidad de Cádiz, Miguel Molina Martínez, de la Universidad de Granada; e Ignacio Montoro Fernández, del IES Francisco de los Cobos de Úbeda.

Así, explicó que entre 1895 y 1898, España realizó "uno de los mayores esfuerzos bélicos" de cuantos había afrontado hasta el momento una potencia colonial para defender sus últimas posesiones de ultramar, enviando a Cuba y a Filipinas alrededor de 220.000 soldados, de los que más de la mitad murieron.

En este sentido, precisó que la mayoría perdió la vida a causa de enfermedades como la fiebre amarilla, el paludismo, la disentería y la tuberculosis o durante el viaje de repatriación, realizado "en condiciones lamentables", o poco después de pisar tierra española.

"Toda una catástrofe demográfica y social, si se tiene en cuenta que la media de edad de los soldados que marcharon a ultramar para cumplir allí el servicio militar obligatorio era de 21 años y que todos ellos eran de extracción humilde", dijo. Al hilo de esto, indicó que en la España de aquellos años "los que tenían dinero se libraban de ir a la mili y, por tanto, de morir en el frente de batalla, pudiéndose también pagar a alguien para que fuese en su lugar".

Por otro lado, el libro refleja que la conmoción que sufrió la población al verlos regresar fue "enorme" y se pasó "bruscamente de la exaltación patriótica y las fanfarrias y fastos celebrados durante las despedidas de los quintos rumbo a Cuba, a una enorme tristeza al ver las condiciones miserables en que retornaban".

Respuesta civil

Especialmente, señaló que la población civil andaluza fue "muy sensible a esta dramática situación", como lo demuestran los cinco ensayos reunidos en este volumen que refieren el modo de actuar de otros tantos municipios andaluces como Córdoba, Granada, Cádiz, el Puerto de Santa María y Baeza.

Por un lado, precisó que la ciudad de Córdoba protagonizó hasta tres suscripciones ciudadanas para reunir fondos y sufragar así los gastos de la guerra, primero, y de la repatriación, después. En este sentido, aseguró que "la solidaridad de multiplicó, pero fue la recién creada Cruz Roja de Córdoba la que se puso al frente de la asistencia del ejército repatriado". Mención aparte merece el seguimiento que realizó la prensa local cordobesa de la "última humillación" sufrida por los soldados, en palabras del profesor Patricio Hidalgo Nuchera. Según explicó, a su regreso, los soldados se vieron obligados a mendigar durante meses, ya que el Estado no había liquidado sus haberes pendientes.

Como detallan en este volumen los profesores Carmen Borrego Pla y José Luis Millán Chivite, Cádiz fue "uno de los puertos principales al que arribaron los barcos cargados de soldados repatriados y, por tanto, uno de los primeros lugares de España en conocer de primera mano la magnitud humana del desastre". Ante la lentitud de la burocracia, los gaditano comenzaron su peculiar respuesta a la catástrofe, recaudando dinero, víveres y medicinas.

El ayuntamiento granadino, por su parte, tal y como señala el profesor de la Universidad de Granada, Miguel Molina Martínez, "merece el aplauso", pues el consistorio organizó suscripciones populares, ofreció pequeñas ayudas económicas a quienes tras su regreso se encontrasen sin medios e incapacitados para trabajar y habilitó locales para continuar el tratamiento de los soldados enfermos.

"Lo que nosotros vimos no fueron cien soldados, sino cien cadáveres en el más lastimoso estado", según indicaba El Diario Católico a la llegada a Jaén de un centenar de soldados repatriados de Cuba el 29 de septiembre de 1898. El investigado Ignacio Montoro destacó que ante este panorama, la localidad de Baeza reaccionó con prontitud y el Ayuntamiento no abandonó a su suerte a los soldados".

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