Pero viven en la incertidumbre, sin saber qué va a ser de sus nuevas viviendas y cansadas de esperar. Es ya demasiado tiempo. Casi 20 años. Todo comenzó dos años después del desastre de las inundaciones de 1983.

Un sólido expediente

El Consistorio bilbaíno pretendía reordenar la degradada barriada. Lo que era un proyecto inicial se transformó en un sólido expediente de expropiación en 1997. Los vecinos soñaron entonces con el realojo en una zona reurbanizada por completo. Hoy, 20 años después de las primeras promesas y ocho de aquel expediente, las familias siguen esperando. «No sabemos nada; ni cuándo nos darán los pisos ni cuánto tendremos que pagar...», señalan.

La mayoría de los alrededor de 250 vecinos, buena parte de ellos de edad avanzada, no tienen otro sitio dónde ir. Pese a ello, algunos han vendido el piso al Ayuntamiento. «Los más caros los han tasado por ocho millones; pero con eso no vamos a ningún sitio», se quejaba ayer una de las vecinas. Pero la barriada no está perdida en los extrarradios de Bilbao. Se encuentra a sólo 100 metros de la plaza de Rekalde, al lado también de la autovía que atraviesa el barrio por encima de las casas.

Impotentes por la situación, acudirán hoy con pancartas a las puertas del Cabildo para reclamar una solución urgente a sus problemas. Al mismo tiempo, en el pleno se debatirá una moción del PSE-EE en la que solicita acelerar el proceso.

Proyectadas 210 casas de alquiler

Viviendas Municipales, la sociedad dependiente del Ayuntamiento bilbaíno, ha proyectado para la zona un total de 210 nuevas viviendas. De ellas, 90 se destinarán al realojo de los vecinos expropiados y el resto, al alquiler social. Pero la entidad todavía desconoce los plazos y las condiciones en las que se realojarán a los vecinos, según reconocieron ayer fuentes del Consistorio. La primera fase, de 22 viviendas, ya está en marcha. En otra segunda fase se harán otras 70, pero aún no hay fechas ni para su inicio.

Mila Biguri. 74 años. Llevo aquí toda mi vida y quizá no vea los nuevos pisos. Es mucho tiempo de espera. Lo que no vamos a aguantar es que nos realojen dos años en un piso y luego nos manden a otro sitio. Ya tenemos una edad para estas cosas.

Lorena Forno. 38 años. Nos dan muy poca información y la gente está nerviosa. Yo me siento impotente por completo. El Ayuntamiento debería tranquilizar a los vecinos y decir, al menos, si vamos a tener que pagar por las nuevas viviendas.

Ángeles Juiz. 83 años. En las elecciones, los políticos prometen de todo, pero aquí no pasa nada. Voy con cachaba, tengo que subir a un tercer piso y sigo esperando. Lo que no puedo hacer es coger los siete millones que me dan. Con eso no tengo para otro.

Mariano Garcia. 64 años. Mi casa tiene alguna grieta en las fachadas, pero no voy a gastarme un dinero para que luego me la tiren. El problema es que no sé cuánto tiempo vamos a seguir así. Las cosas están como el primer día y así no se está a gusto.