Schwartzman: «Que seas actor no implica que sepas dirigir»

Parece concebido en un tubo de ensayo indie, pero tiene padre, madre y perro que le ladre. Omnipresente en la filmografía de Wes Anderson, es primo de Nicolas Cage y amigo de Chloë Sevigny, músico desde la adolescencia y guionista de ‘Viaje a Darjeeling’. Ahora protagoniza la serie ‘Bored to death’ y la cinta de animación ‘Fantástico Sr. Fox’.
Jason Schwartzman
Jason Schwartzman
Scott Sternberg
Jason Schwartzman

Siempre entrañable, Jason Schwartzman incorpora su perenne flequillo y sus refinadas maneras a cada personaje. Incluso al adicto al cristal que amordaza a una stripper y la abandona con un disco rayado a un volumen atronador en la película Spun. Una suerte de Inspector Gadget de Brooklyn y un cachorro de zorro cabreado con el mundo son sus últimas encarnaciones.

¿Qué es lo que te enganchó para participar en Bored to death?

Un amigo me prestó el libro Wake up Sir!, de Jonathan Ames [creador de la serie], y me enamoré al momento. Se convirtió en mi escritor vivo favorito. La mayoría de autores que me gustan están muertos, así que fue agradable admirar a uno vivo. Dos años más tarde me llegó el guión de Wake up Sir!, conseguí su e-mail y nos escribimos durante un tiempo. Me dijo que vendría a Los Ángeles y me puse nervioso porque siempre la cago. Una vez conocí a un músico que me había influido mucho y no paré de meter la pata. Fue en 1999 y aún no he vuelto a escuchar sus discos.

Pero esta vez te armaste de valor y quedaste con él en persona...

Sí. Estuvimos cinco horas sin levantarnos de la silla. Me pasé todo el rato anotando títulos de libros en la servilleta. Cuando me dijo que HBO le había comprado Bored to death me puse celoso porque estábamos allí para hablar de Wake up Sir! y no de aquel fascinante detective privado. El largo adiós [novela de Raymond Chandler llevada al cine por Robert Altman] me ha gustado toda la vida y Besos robados de Truffaut la veo siempre antes de trabajar. Deseaba el papel, pero no quería parecer un idiota.

Está claro que finalmente conseguiste tu objetivo.

Le pedí si podía leer la historia, más tarde me la envió por correo y la llevé a la tienda de fotocopias. ¡Me cobraron 50 dólares! El mismo precio que un libro de arte. En fin. Volví al coche y mi novia [la diseñadora de moda Brady Cunningham, con la que se casó el pasado año] empezó a leerlo en voz alta. Nos quedamos parados una hora. Lo leyó una segunda vez y le dije que aquello era precisamente lo que estaba esperando. Emprendimos una cruzada para conseguir el papel. Cuando logré entrar en el proyecto y empezaron a hablar de Ted [Danson] y Zach [Galifianakis] me di cuenta de que iba a ser algo grande.

En la serie eres el álter ego de Jonathan Ames. ¿Te inspiraste en él?

Fue un poco un tira y afloja. No me planteaba interpretar al auténtico Jonathan Ames, no se trataba de hacer un biopic, pero sí quería aproximarme y pasar tiempo con él porque su estilo es muy concreto. Me fui seis semanas a Nueva York y me convertí en su sombra. Me ayudó tener su voz en mi mente. Recuerdo que le dije que quería que mi Jonathan Ames hiciese algo que él estaba haciendo en un momento dado y me respondió que no, que lo que yo tenía que hacer era una versión suya de 28 años. Entonces pensé que yo a esa edad era inocente, nervioso y me habían roto el corazón.

Y trasladaste todo eso a un novelista que se hace pasar por detective.

Bueno. Tengo que decir que en el fondo no es mal detective. Siempre consigue hacer su trabajo de un modo que nadie espera. Al igual que Marlow [Philip, de El largo adiós], se identifica con los personajes a los que persigue. A él, como a algunos de los criminales, le ha dejado su novia. Cuando le dan consejos amorosos los acepta; está buscando algo nuevo. Todo esto va de tres tíos que están muy alejados de lo que les podría hacer felices. Tratan de sentir algo y poner sus vidas a andar. Se meten en líos, pero lo hacen lo mejor que pueden.

Es lo mismo que le sucede a Ash, tu papel en Fantástico Sr. Fox.

Claro. Ash es un personaje creado a medida por Wes [Anderson] que no aparece en el libro de Roald Dahl. Quiere ser un gran atleta como su padre. Igual de listo. Necesita reconocimiento. Toda su línea argumental gira en torno a aceptarse a sí mismo. De eso va la película, de estar a gusto contigo mismo porque lo que te hace diferente te convierte en especial. Y al final su insignificancia salva algunas vidas. Cuando leí el guión no visualizaba un animalillo salvaje, sino un adolescente. Wes no alteró su forma de dirigir y contar una historia para ajustarse al género de animación. Aproximó el género a su película, como si fuera una más.

Tampoco siguió el proceso habitual de doblaje en un estudio de grabación.

No. Decidió darle un enfoque mucho más orgánico a la grabación de las voces y nos llevó a una granja de Connecticut, interpretando los diálogos en vivo como si estuviéramos en un programa de radio. Si la escena transcurría en el campo, correteábamos perseguidos por el operador de sonido. Las secuencias del almacén de sidra se grabaron en un sótano. Y lo mismo con las escenas del granero. Podías ver a la gente casi sin aliento. Si los zorros estaban cavando un agujero, Wes nos llevaba a un terreno y nos hacía cavar tierra de verdad.

Combinas interpretación, guión y música, ¿te apetece también dirigir?

Hacer una peli o una serie requiere de un montón de gente y es más costoso que hacer música. Cuando compongo para mi grupo, Coconut Records, o una banda sonora no necesito que nadie me dé permiso. Tampoco lo veo como dos experiencias diferentes, porque en medio de un rodaje llego a casa y me pongo a tocar el piano o la guitarra. Necesito compaginar ambas actividades para sentirme equilibrado. Por supuesto que algún día me gustaría dirigir algo, aunque sea un corto o un videoclip. Pero sigo en una etapa de aprendizaje y ser actor no implica que sepas dirigir.

www.fantasticosrfox.es

www.paramountcomedy.es

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