El director del Servicio Jurídico Civil de la CEE destaca los esfuerzos de Juan Pablo II para promover derechos humanos

Monseñor Castrillón explicó que "la identidad sacerdotal fue una de las constantes que este gran Papa tuvo siempre presente"
Monseñor Darío Castrillón; El Vicerrector De Asuntos Religiosos De La UCAM, José
Monseñor Darío Castrillón; El Vicerrector De Asuntos Religiosos De La UCAM, José
UCAM
Monseñor Darío Castrillón; El Vicerrector De Asuntos Religiosos De La UCAM, José

La preocupación de Juan Pablo II por los derechos humanos, así como la Eucaristía y el sacerdocio durante su pontificado, han sido algunas de las cuestiones que se han abordado esta mañana, durante la tercera jornada del simposio mundial en homenaje al papa Wojktyla.

En palabras del director del Servicio Jurídico Civil de la Conferencia Episcopal Española (CEE), Silverio Nieto, "los esfuerzos del Papa por promover los derechos humanos y la justa paz surgieron a partir de su responsabilidad pastoral, asumiendo en este ámbito un papel mucho más activo que los pontífices predecesores".

Nieto profundizó en el fundamento de los derechos humanos en el Magisterio de Juan Pablo II e incidió en que Juan Pablo II "consideraba imposible una auténtica democracia sin la existencia de tales derechos".

Al respecto, hizo referencia a la Encíclica Centesimus annus (1991) en la que Juan Pablo II enumera, entre otros derechos humanos: "el derecho a la vida, del que forma parte integrante el derecho del hijo a crecer bajo el corazón de la madre, después de haber sido concebido, y el derecho a participar en el trabajo para valorar los bienes de la tierra y a recabar el sustento propio".

Así como la defensa de la libertad religiosa y del diálogo interreligioso, "de ahí que sea el papa del ecumenismo", y su defensa del derecho a la paz; según Juan Pablo II el remedio contra la guerra, "es el imperio de la justicia".

Según el prefecto emérito de la Congregación para el Clero y presidente de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei, cardenal Darío Castrillón, "otros dos grandes amores de Juan Pablo II fueron la Eucaristía y el sacerdocio".

El prelado reseñó que "la conciencia que tenía Juan Pablo II de sí mismo como obispo y pastor, primero en Cracovia y más tarde como Sumo Pontífice, marcó indeleblemente su relación con los sacerdotes".

Asimismo, monseñor Castrillón explicó que "la identidad sacerdotal fue una de las constantes que este gran Papa tuvo siempre presente al referirse al insondable misterio que entraña la vocación sacerdotal y el ministerio presbiteral".

"Para Juan Pablo II ser sacerdote significaba ser mediador entre Dios y los hombres; y por otra parte, concebía a los sacerdotes como un don precioso al ser los depositarios y administradores de los misterios de Dios, los instrumentos de salvación para los hombres y los testigos privilegiados de un reino que se inicia en este mundo", añadió.

Estima y comprensión hacia la vida consagrada

Por su parte, el Prefecto de la Congregación para los Institutos de vida consagrada y las sociedades de vida apostólica, cardenal Franc Rodé, analizó la "profunda estima y comprensión de Juan Pablo II hacia la Vida Consagrada".

Como ejemplos de la cercanía del pontífice a los consagrados, monseñor Rodé mencionó, entre otros, los numerosos documentos de Juan Pablo II sobre la Vida Consagrada, como la Exhortación Apostólica Redemptionis donum (1984), o su primera Encíclica Redemptor hominis (1979).

Ya en esta encíclica, Juan Pablo II presentó la vocación religiosa "como un don total de sí, como una forma altísima de la vocación cristiana, que consiste en el uso de la propia libertad en el servicio real: vocación cristiana: servir y reinar".

Este don, señaló, "encuentra su plena realización en la donación sin reservas de toda la persona humana concreta, en espíritu de amor nupcial a Cristo".

El catedrático de Teología Moral del Instituto Superior de Estudios Teológicos 'San Idelfonso', Alfonso Fernández, disertó sobre 'La Encíclica Veritatis Splendor y la renovación de la Teología Moral en el pontificado de Juan Pablo II'.

El catedrático se centró en el estudio de los grandes temas afrontados por dicha encíclica y su repercusión en la renovación de la teología moral durante el pontificado de Juan Pablo II.

Concilio vaticano ii:

Repensamiento entre fe y vida

Según Fernández, la Encíclica se propone "afrontar algunas cuestiones fundamentales de la moral, realizando un discernimiento crítico sobre algunas tendencias actuales que la han puesto en crisis a finales del siglo XX".

Asimismo, el catedrático apuntó que "la apertura del Concilio Vaticano II consiste en un profundo repensamiento de la relación entre fe y razón, fe y vida, gracia y moral. La Veritatis Splendor retoma la gran visión conciliar verificando y repensando las cuestiones más relevantes".

Alfonso Fernández añadió que, entre los logros alcanzados, cabe resaltar que "a partir de esta encíclica, la moral contemporánea ha cobrado una conciencia más profunda de la centralidad del acontecimiento de Cristo para la moral cristiana".

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