Por edad, lo que prefieren la opción del viaje son los jóvenes mientras que la cena es una práctica más extendida entre los 30 y 44 años.
Ni ostras, ni langostinos, ni chocolate. Los andaluces no confían en sus poderes. Un 77% asegura que ha dejado de creer en su poder para potenciar la relación sexual. Tampoco creen que la comida anime el sexo: ese mismo porcentaje admite que no usa alimentos como juego erótico. El mito del marisco también está cayendo en el resto de España: sólo una cuarta parte se mantiene fiel a esta creencia.
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