«Pero qué bonito fue...» cantaba en su día la famosa cantante Hildegard Knef y, con esta frase, bien podría referirse a los dos coupés de nuestra comparativa. El motivo es que aunque no son realmente prácticos ni especialmente baratos, se encuentran entre los automóviles más respetados de su categoría. Justo eso es lo que los fabricantes aducen a la hora de fijar el precio. Y con mayor motivo cuando debajo del capó rugen motores de seis cilindros. El Audi A5 3.2 FSI se enfrenta al Mercedes E 350 CGI Coupé.
Esto también se refleja en el habitáculo. Inundado de luz, el coupé de Stuttgart da la impresión de ser más amplio y ligero. A esto también contribuyen ópticamente las inexistentes columnas B. Desde un punto de vista puramente práctico, la mayor libertad de movimiento a la altura de la cabeza aporta una mayor sensación de espacio. Incluso en la parte trasera, donde el Clase E Coupé ha tenido que sacrificar algo de espacio en la zona de las piernas. Los que se sienten en los asientos traseros del Mercedes se alegrarán de poder bajar las ventanillas traseras, pero apoyarse en el reposabrazos central sólo lo podrán hacer los pasajeros del Audi. Y esto resulta muy práctico si tenemos en cuenta la poca sujeción lateral de ambos vehículos en su parte trasera.
El cinturón, por favor
En la parte delantera, los asientos deportivos opcionales de Audi resultan más adecuados que los del Clase E Coupé, cuyos grandes y cómodos asientos multicontorno resultan, por otro lado, bastante cómodos para largos recorridos. El amor por el detalle lo encontramos en los aproximadores de cinturón del Mercedes, los cuales acercan a los pasajeros los cinturones de seguridad de forma automática para facilitar su colocación. El Audi no cuenta con este dispositivo, aunque tampoco lo necesita. En su caso, el cinturón está montado como de costumbre en la columna B.
Un chasis bien tarado frente al adaptativo
El Mercedes sale de fábrica con un chasis estándar bien tarado. Si bien el Coupé no está tan orientado al confort como hubiera cabido esperar de un Mercedes en otros tiempos, y su configuración es más rígida que la de la limusina, la mayoría de las irregularidades se absorben bien y su reglaje más preciso proporciona una mayor agilidad y un mejor contacto con el suelo. Al Mercedes parecen no gustarle demasiado las juntas transversales más marcadas y, en cuestión de respuesta directa y precisión, su dirección no puede competir con el volante supersensible del Audi que, ya puestos, podría ser algo más duro a velocidades elevadas. En el caso del Clase E se puede prescindir tranquilamente del chasis adaptativo.
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