El obispo de Sigüenza-Guadalajara considera que el Papa está siendo "víctima de la difamación y de la calumnia"

El obispo de Sigüenza-Guadalajara, José Sánchez, lamentó hoy la "gravedad e injusticia de las acusaciones" que se han hecho a Benedicto XVI por sus supuestos "silencios u omisiones" en los casos de abusos a menores cometidos por sacerdotes y consideró que el Papa está siendo "víctima de la difamación y de la calumnia".
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"Se ha de exigir el máximo rigor a la hora de imputar responsabilidades y de airear como implicadas a personas que no lo están. De ahí la gravedad y la injusticia de las acusaciones que se han hecho al Santo Padre Benedicto XVI por sus supuestos silencios u omisiones en determinados casos, tanto cuando fue Arzobispo de Munich como en su tiempo de Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe", señaló en una carta.

De esta forma, indicó que entre los cristianos, "por difícil que parezca, hay que armonizar siempre la claridad y la contundencia en la condena de los delitos con la misericordia con el delincuente". "Sólo para Dios es posible la perfecta armonía entre justicia y misericordia, entre la condena del pecado y la misericordia y el perdón para el pecador. Los cristianos tenemos la obligación de aproximarnos al máximo a este modelo", señaló.

"Tenemos que ser más solidarios con las víctimas y con todas las personas que sufren violencia e injusticia y orar más por ellas. También por las personas víctimas de la difamación y de la calumnia, como es, en el momento actual, la persona del Papa", agregó.

A su entender, se trata de "delitos graves" y "más todavía" si el autor es un sacerdote o persona consagrada, si bien consideró que "no es justo que se considere, o se cree la opinión, de que sólo los sacerdotes y las personas consagradas son los únicos autores de tales delitos, o de que todos los cometemos". "Aunque no es un consuelo ni un atenuante —prosiguió—, la estadística y los hechos demuestran que el número de sacerdotes y de personas consagradas que comenten tales delitos es proporcionalmente mínimo".

"Como el Papa, hemos de condenar y condenamos, con firmeza y sin paliativos, la conducta de quienes atropellan a otra persona, más aún cuando es menor de edad, y nos sentimos solidarios con su sufrimiento. Como consecuencia, hemos de exigir la aplicación de las penas que establezcan las leyes, tanto civiles como eclesiásticas. 'Tolerancia cero', es la norma de la Iglesia en estos casos", dijo en una carta.

A su entender, además, "habrán de ponerse también los medios y los remedios adecuados para evitar estos abusos, atajando sus causas, entre las que, a veces, se ha podido dar la falta de rigor en la selección y formación integral de los candidatos al sacerdocio".

Para el obispo de Sigüenza-Guadalajara, "la primera obligación que se deriva de estos delitos es la atención a las víctimas: la reparación del daño causado y el adecuado acompañamiento, a fin de que superen el trauma, recuperen su paz y equilibrio y se sientan integrados y valorados en la Iglesia y en la sociedad".

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