S.El Obispo dice que sin avivar la fe por la oración, el sacerdote corre el riesgo de reducir su exigencia moral

Advierte que cuando falla la oración, "la fe se debilita y el ministerio sacerdotal pierde contenido y sentido"
Vicente Zamora
Vicente Zamora
EP/OPBISPADO
Vicente Zamora

El Obispo de Santander, Vicente Zamora, advirtió hoy que sin "avivar" la fe por la oración, la realidad viviente de Dios "se hace distante a la persona del sacerdote con el riesgo de que se reduzca su predicación a reflexión teológica, a exigencia moral, a ideología, sin aliento místico y profético".

Además el prelado destacó que cuando falla la oración, la fe se debilita "y el ministerio sacerdotal pierde contenido y sentido". "La consecuencia existencial para el sacerdote será tener menos alegría y menos felicidad en el ministerio de cada día", apostilló.

El Obispo realizó estas reflexiones en la homilía que pronunció hoy durante la celebración de la Misa Crismal en la Catedral de Santander, y a la que asistieron cerca de 200 sacerdotes de toda la Diócesis cántabra. El sentido de esta celebración anual es manifestar la comunión de los sacerdotes y diáconos con su obispo.

A la celebración asistieron también los seminaristas que se están formando en el Seminario de Monte Corbán, así como un numeroso grupo de fieles laicos.

En la homilía, Monseñor Jiménez Zamora, que agradeció la tarea, dedicación y fidelidad de los sacerdotes, señaló que sin oración, "padecemos anemia espiritual y se enfría el ardor evangelizador y misionero". "La oración —agregó— sitúa al sacerdote en órbita evangélica y le dispone para actuar apostólicamente".

Indicó además que un aspecto "no secundario" de la misión del sacerdote es el de ser "maestro de oración". Pero el sacerdote "podrá formar a los demás en la escuela de Jesús orante, si él mismo se ha formado y continúa formándose en la misma escuela", apuntó.

"Esto es lo que piden los hombres al sacerdote: que sea el hombre de Dios", dijo el Obispo, quien destacó que "los fieles esperan encontrar en el sacerdote no sólo un hombre que los acoge, que los escucha con gusto y les muestra una sincera amistad, sino también y sobre todo un hombre que les ayuda a mirar a Dios, a subir hasta él. Es preciso que el sacerdote esté formado en una profunda intimidad con Dios", resaltó.

Crisis de la penitencia

El Obispo también se refirió en la homilía a 'la crisis' del Sacramento de la Penitencia, de la que —dijo— "se habla tanto", y que "interpela ante todo a los sacerdotes y a su gran responsabilidad de educar al Pueblo de Dios en las exigencias radicales del Evangelio".

Los sacerdotes —subrayó— "somos ministros, es decir, servidores, no dueños y señores del sacramento de la Penitencia. Somos administradores y lo que se busca en un administrador es que sea fiel. Tenemos que administrar el sacramento de la Penitencia según las normas de la Iglesia", afirmó.

Indicó finalmente que para que los fieles puedan satisfacer fácilmente la obligación de la confesión individual, hay que procurar que haya en las iglesias confesores disponibles en días y horas determinadas. "Regatear esfuerzos en el ejercicio de la misericordia, tanto en la vida de cada día como en la disponibilidad para ofrecer a otros el sacramento de la Reconciliación, es restarle futuro al mundo", concluyó.

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