Para unos pocos es una diversión. Pero para la mayoría es un acto más de vandalismo urbano. Borrar las pintadas y quitar las pegatinas y carteles ilegales que pueden verse en las paredes de muchos edificios de la ciudad le cuesta a los sevillanos 7.300 euros al mes.
Sólo el año pasado Lipasam tuvo que desembolsar 220.000 euros para borrar los graffitis y la cartelería de nuestras fachadas. Además de dinero, también le cuesta tiempo: en los últimos dos años sus operarios han tenido que dedicar casi 900 horas a esta tarea. En total, sanearon 12.200 fachadas, que ocupaban 85.000 m2.
Aunque afecta a todos los barrios de la ciudad, la zona más conflictiva es la Ronda de Tamarguillo, en el tramo entre las avenidas Kansas City y Ramón y Cajal.
Si su edificio amanece convertido en collage de colores y carteles, llame a Lipasam al 902 459 954.
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