Inicialmente, el ministerio fiscal pedía una pena de 34 años de prisión para el hombre por un delito de robo con violencia; otro de agresión sexual intentado; uno más de agresión sexual consumado y un delito de lesiones. No obstante, el fiscal llegó a un acuerdo con la defensa por el que eliminó el delito de agresión intentado y rebajó la pena del resto hasta alcanzar los 14 años y medio de prisión.

Además, el hombre, al que la víctima describió perfectamente tras la agresión y que pudo ser detenido por las huellas de AND en una bolsa de tomates, tendrá que indemnizar a la víctima con 34.000 euros por las secuelas físicas, psíquicas y morales, y con 2.830 euros por las joyas robadas; con 800 por el dinero sustraído y con 60 euros por cada día que estuvo incapacitada.

El incidente tuvo lugar el 4 de abril de 2008, sobre las 12.30 horas, cuando el hombre se introdujo en el patio de un edificio junto a la víctima, con la que subió en el ascensor hasta llegar a la planta octava, donde residía la mujer. Una vez allí, y cuando ella sacaba las llaves, él se abalanzó por la espalda, le amordazó con una prenda y le obligó a introducirse en el piso.

Allí, el hombre, arrastrándola, le tiró sobre una cama de una de las habitaciones, registró los armarios y le dio un fuerte tirón de la cadena que llevaba en el cuello. A continuación, le puso una sábana sobre la cabeza y le ató las manos por la espalda.

Tras ello, llevó a la mujer casi en volandas hasta otra habitación, donde la arrojó con violencia sobre los pies de la cama y comenzó de nuevo a registrar todos los armarios, mientras le preguntaba dónde estaba el dinero y las joyas. A continuación le penetró, con fuerza, vaginalmente. Después, se fue del domicilio con 800 euros en efectivo y joyas tasadas en 2.830 euros.

Como consecuencia de los hechos, la mujer sufrió lesiones genitales y extra-genitales y aplastamiento crónico lumbar. Precisó asistencia facultativa basada en curas, observación, medicación analgésica-antiinflamatoria y tranquilizantes, además de inyecciones e intervención psiquiátrica. Estuvo 45 días incapacitada para sus funciones, y tres de ellos hospitalizada.

Además, como secuelas, le quedó una agravación de artrosis previa al traumatismo, con un aumento de la sintomatología dolorosa, parcialmente incapacitante, ya que, aunque básicamente no está restringida la autonomía personal, ciertas actividades con mayor exigencia física como ducharse no las puede realizar sin ayuda.