Suspenso en barreras

Discapacidad: Hay alumnos a los que ir a clase les supone un examen permanente.
Primer obstáculo para un estudiante con discapacidad: llegar a su centro en transporte público.
Primer obstáculo para un estudiante con discapacidad: llegar a su centro en transporte público.
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Primer obstáculo para un estudiante con discapacidad: llegar a su centro en transporte público.
Javier Goñi López tiene 19 años y es ciego. Uno de sus sueños es licenciarse en informática, pero para poder alcanzar esa meta tiene que superar más dificultades que el resto de los estudiantes.Cada mañana, el joven estudiante coge el Metro y el autobús. Para las personas con discapacidad en general, y para los ciegos en particular, viajar en transporte público es todo un reto. El autobús, por ejemplo, tiene el gran inconveniente de dejar en manos del conductor la suerte de poder bajarte en la parada adecuada. En el caso de Javier, una gran curva antes de llegar a la facultad le advierte de que la siguiente es la suya.

Llegada a clase

Al llegar a su facultad busca las escaleras. «Podría subir por la rampa, pero mi ceguera no me impide subir y bajar escalones», comenta.

Una vez dentro del edificio, sus reflejos deben seguir en guardia. En el baño, el simple hecho de secarse las manos es todo un desafío, como lo es el intentar moverse en la cafetería, donde nadie le ayuda y puede encontrarse obstáculos desconcertantes, como un grupo de sillas apiladas.

Ya en clase,  toma apuntes con el Braille hablado, un procesador de textos con voz y  una conexión para impresoras normales o en braille, con la que puede imprimir exámenes o apuntes.

Aun pudiendo hacer los exámenes escritos, se siente discriminado: muchos profesores le obligan a hacerlos orales. «La ONCE tampoco ayuda demasiado», asegura Javier. «Ya en el instituto, algunos manuales de inglés me llegaban después del examen y ahora, en la universidad, parece que van por el mismo camino».

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