La pieza es una auténtica mezcolanza de bailes tradicionales y modernos. Invade las disciplinas del ballet, de la danza moderna, del breakdance, de los cantos tradicionales y del soundscape. Y de ese abundante coctel surge la armonía y el buen gusto.

Obra del coreógrafo belga Koen Augustijnen, Bâche nace con la idea principal de suscitar el diálogo entre lo antiguo y lo nuevo. En este contraste entre tradición y modernidad juegan un importante papel las canciones del pianista Guy van Nueten. Son realmente imprescindibles para completar y entender el espectáculo tal y como lo concibió su propio creador.

El tema principal de Bâche es la angustia, entendida ésta como un estado generalizado, totalmente irracional, del que es difícil conocer el origen.

Para lograr esta sensación de desazón sin explicación convincente, Guy van Nueten y el contralto Steve Dugardin utilizan las composiciones ideadas por el insigne Purcell.

Junto a los músicos, cuatro personajes se dan cita sobre la escena. Se trata de los franceses Tayeb Banamara y Ghislain Malardier, el estadounidense Ted Stoffer, y el propio coreógrafo, Koen Augustijnen. Cuatro grandes artistas con profundos conocimientos del baile.

* ‘Palacio Euskalduna. Domingo, 20.00 h. 15 euros.

Clasicismo y modernidad

Al igual que ocurre con la mezcla entre la música y la coreografía, la puesta en escena de Bâche resulta una sutil e inteligente combinación de clasicismo y modernidad. Por lago es una obra del artista Jean Bernard Koeman, que también ideó la escenografía de Just another landscape. Además, el trabajo parte de una fotografía preparada por Robert Walter para crear una forma escultural abstracta que, por lo tanto, abre la puerta a las más variadas interpretaciones. Da opción a la libertad.