Su nombre no era Frónkonstin: Los momentos más graciosos de Gene Wilder

La mejor forma de llorar a un gran cómico es a carcajada limpia: reunimos nuestros momentos favoritos del actor, incluyendo 'Los productores' y 'El jovencito Frankenstein'
Su nombre no era Frónkonstin: Los momentos más graciosos de Gene Wilder
Su nombre no era Frónkonstin: Los momentos más graciosos de Gene Wilder
Su nombre no era Frónkonstin: Los momentos más graciosos de Gene Wilder

El mazazo ha sido bien gordo: Hollywood está deshecho en condolencias, las estrellas del cine español se suman al duelo y, en general, todos los amantes de la comedia de cine estamos apenados por la muerte de Gene Wilderel actor, guionista y director que nos dejó ayer a los 83 años de edad. Ahora bien: es el momento de sacar fuerzas de flaqueza y recordar que, si el fallecimiento de este señor nos ha afectado tanto, es porque nos reíamos mucho con él. Así pues, para hacer justicia a la memoria de Wilder, hemos reunido esta antología con nuestros gags preferidos de sus películas, recordándolo así de la mejor de las maneras: con una carcajada.

"¡Estoy histérico!"

Lo vimos en... Los productores (Mel Brooks, 1968)

La vida en Broadway no es fácil. Y menos aún si eres un empresario judío que financia un musical nazi (Primavera para Hitler, nada menos) a fin de que este sea un fracaso histórico y puedas cobrar el seguro. En su primer trabajo para Mel Brooks, y con la ayuda del gran Zero Mostel, Wilder demuestra las consecuencias de semejante cebollón semántico: un ataque de ansiedad de padre y muy señor mío.

"Esto no es lo que parece, cariño..."

Lo vimos en... Todo lo que usted siempre quiso saber sobre el sexo* pero nunca se atrevió a preguntar (Woody Allen, 1972)

Si hoy en día recordamos esta película, es por dos razones principales: la primera, por el propio Allen vestido de espermatozoide neoyorquino. Y, la segunda, por la delirante historia de ese psiquiatra que, contratado para arreglar la relación entre una oveja (llamada Daisy) y su pastor armenio, acaba arrastrado a un apasionado adulterio zoofílico. Por desgracia, este romance prohibido no tarda en ser descubierto, y la excusa del galeno ("Es una de mis pacientes, cree que es una oveja, estamos en tratamiento") no cuela ni de lejos.

"¡Le dije que se lavara las manos!"

Lo vimos en... Sillas de montar calientes (M. Brooks, 1974)

En realidad, el protagonista del spoof del cine de cowboys dirigido por Mel Brooks es Cleavon Little, ese sheriff afroamericano con "¡un brillante plan para salvar a nuestra ciudad!". Pero eso no quiere decir que Wilder desaprovechase sus oportunidades para ejercer como secundario de lujo: aquí, sin ir más lejos, le vemos solventar la papeleta de hacerse pasar por un miembro del Klu-Klux-Klan junto a su jefe. Quien, como ya hemos señalado, es de raza negra. Para que luego digan de Django desencadenado.

"¡Mi nombre es Frónkonstin!"

Lo vimos en... El jovencito Frankenstein (M. Brooks, 1974)

¿Por qué sigue seduciendo El jovencito Frankenstein a una generación tras otra? Pues, por citar algunas razones, podemos decir que por su inteligente parodia del terror clásico, su elegante fotografía, un doblaje castellano muy apañado que conserva frescos los chistes... y, claro, la química entre Wilder (Frederick Frankenstein, ¿o era Fronkónstin?) y el resto del reparto, empezando por ese esbirro llamado Igor (¿o era Aigor?) con la cara y los ojos bisojos de Marty Feldman. Eso, por no mencionar a Inga (Teri Garr), esa jovencita de Transilvania cuyo mayor placer es revolcarse por la paja.

"Primera sílaba..."

Lo vimos en... El jovencito Frankenstein (M. Brooks, 1974)

Hablando del reparto de El jovencito Frankenstein, antes hemos dejado de citar al monstruo Peter Boyle. Pero no pasa nada, porque, cuando una criatura no-muerta de cerca de doscientos kilos de peso (y con un cerebro "a... nosequé") te está estrangulando, hay una manera infalible de reclamar la ayuda de tus esbirros: jugando a 'las películas' y haciéndoles entender, por señas, que necesitas que duerman a la bestia.

"¡Aquí está mi hermano!"

Lo vimos en... El expreso de Chicago (Arthur Hiller, 1976)

Aunque, con los años, llegara a ser un tanto cargante, la pareja cómica de Wilder y Richard Pryor tuvo un comienzo inmejorable con El expreso de Chicago, una comedia de enredo e intriga con aires hitchcockianos. Tratando de subirse de nuevo a ese tren del cual siempre se cae en marcha (y al que no se cansa de llamar "¡Hijo de...!") sin que los villanos se lo carguen, el protagonista necesita la ayuda de un timador (Pryor), quien no encuentra mejor manera de ayudarle que transformándole en todo un soul brother. Los resultados hay que verlos para creerlos.

"¡Trataré de ser más educado!"

Lo vimos en... Will y Grace (serie, 2003)

Aunque Gene Wilder siguió manteniendo su gancho comercial a lo largo de los 80, bien con Richard Pryor (No me chilles que no te veo), bien en solitario (La mujer de rojo), no eran pocos los que pensaban que sus gags se habían vuelto repetitivos y su humor, cargante. Durante los 90, y tras el fallido experimento de su serie Something Wilder, la estrella del actor se apagó casi por completo... hasta que su regreso, ya en el siglo XXI, para la serie de Eric McCormack Debra Messing le recordó al público una de sus grandes especialidades: la de pasar de la calma absoluta al más feroz ataque de nervios. El resultado: un premio Emmy al Mejor Actor de Reparto.

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