La protesta comenzó en Tirso de Molina, donde muchos conductores se vieron atrapados entre la multitud que se congregó antes de la hora prevista para la manifestación, convocada por la Asociación de Mayoristas de la Zona Centro, contra la intención del Ayuntamiento de peatonalizar el barrio de Embajadores.
La mayoría de los manifestantes eran chinos, pero también había bangladesíes, pakistaníes, hispanoamericanos y españoles.
Con pancartas blancas No a la peatonalización y Sí a la protección del mercado mayorista histórico, la protesta llegó a la Puerta del Sol, la calle Mayor y la Plaza de la Villa, donde los comerciantes reclamaron en un comunicado una solución que permita la "convivencia" de los vecinos con los más de 600 negocios mayoristas existentes en el barrio.
Los manifestantes recordaron que hace años hubo otro intento de peatonalizar el barrio "y las consecuencias fueron más inseguridad ciudadana, constantes agresiones y robos, patrullas vecinales, y un mercado de estupefacientes donde los toxicómanos podían elegir en calidad, cantidad y precios".
"Creemos que hay que ordenar lo que está ocurriendo en ese barrio porque no es lógico, y los vecinos lo comparten con nosotros, que sea un barrio cuasi de gran industria de almacenamiento" en el que ha habido en los últimos años "multitud de sanciones" por el incumplimiento de diferentes normas, explicó.
Asociaciones de vecinos apoyaron la protesta
Sin embargo, Pedro Gili Granado, abogado de la Asociación de Mayoristas, recordó que Asociación de Vecinos de Tirso de Molina y Lavapiés también apoya la marcha, criticó que el consistorio "les desacredite continuamente", y se preguntó "qué hay detrás de esta operación, qué piensa hacer el Ayuntamiento con los 600 locales que quedarán libres si nos vamos".
Junto a ella, tres bangladesíes que llevan dos años en España trabajando en una tienda al por mayor de Lavapiés, aseguraron en un rudimentario castellano que cada día pueden entrar en su establecimiento "entre 2.000 y 3.000 cajas de género", que no podrían entrar en dos o tres horas de carga y descarga.
De esa opinión es también José Luis, de Transportes Conejo, quien opina que para compatibilizar los intereses de los vecinos y los de los comerciantes "habría que regular un horario con el que nos apañáramos todos, de lo contrario, tendremos que buscarnos la vida en otro sitio".
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