El 'black metal' noruego: hijos de Odín, enemigos de Cristo

  • A principios de los noventa, Noruega fue la cuna de la vertiente más extrema del black metal.
  • Satanismo, quema de iglesias y muertes enigmáticas sacudieron la tranquila y modélica sociedad escandinava.
Fotografía del libro True Norwegian Black Metal.
Fotografía del libro True Norwegian Black Metal.
Peter Beste
Fotografía del libro True Norwegian Black Metal.

Mayo de 2009. El aspecto físico de Varg Vikernes ha cambiado sustancialmente. Se muestra tranquilo, asegura que quiere dedicarse a su familia y planea el lanzamiento de un nuevo disco de su banda, Burzum. 16 años atrás recibía, con una amplia sonrisa, la pena máxima en Noruega: 21 años de condena por el asesinato de Øystein Aarseth y la quema de varias iglesias. Caía así uno de los referentes del black metal noruego, un género musical cuya vertiente más extrema había mantenido en jaque a las autoridades y había escandalizado a la opinión pública del país.

Hacía tiempo que Kristian Laarson Vikernes (Bergen, 1973) había cambiado legalmente su nombre por Varg (Lobo, en noruego). Tenía claro que la imposición del cristianismo por parte de los romanos era culpable de la extinción del culto pagano de su país, aquel que veneraba a Odín, Thor y otras deidades vikingas. Para él, el cristianismo era el enemigo. Y, por tanto, el nombre que sus padres le dieron al nacer le producía náuseas. En prisión, sus ideales fueron evolucionando hacia el nacionalsocialismo. Hoy se declara, simplemente, odinista.

El encarcelamiento de Vikernes fue un golpe definitivo a toda una subcultura que había estallado unos pocos años atrás de la mano de bandas como Mayhem, Dark Throne, Emperor o los propios Burzum. Jóvenes que disfrutaban de una posición social acomodada, ciudadanos de una nación próspera y modélica que, sin embargo, encerraba un lado oscuro.

Suicidio y polémica

Per Yngve Ohlin, alias Dead, era un joven retraído, depresivo y extraño. Alto, desgarbado, pálido como la leche. Su timidez se esfumaba cuando se subía a un escenario como vocalista de Mayhem, cuyos directos se habían hecho cada vez más populares. Guardaba un cuervo muerto en una bolsa que abría antes de cada concierto "para inhalar el hedor de la muerte". Vivía recluido en una cabaña del bosque, sin luz ni agua corriente. Nadie, ni sus más allegados, se sorprendieron cuando en 1991 decidió quitarse la vida. Lo intentó cortándose las venas, pero no funcionó. Acabó volándose la cabeza y dejando una nota: "Perdonad toda la sangre".

Cuando el guitarrista de su grupo, Euronymus, halló su cuerpo, corrió a una tienda cercana. Compró una cámara de fotos e inmortalizó la dantesca escena, que sirvió de polémica portada para el siguiente disco de Mayhem. Y fue más allá: recogió pedazos del cerebro de Ohlin y los envió a varias bandas como muestra de gratitud por su fidelidad.

Lo retorcido de la conducta de Euronymus tampoco sorprendió a nadie. Él era, con diferencia, la gran figura del black metal en la capital del país, Oslo. Había fundado un pequeño sello, Deathlike Silence, bajo el que daba salida a las bandas del movimiento que compartiesen su peculiar manera de entenderlo, y era dueño de la tienda de discos Helvete (Infierno, en noruego). Tenía una fijación extrema por el mal, se jactaba de carecer de sentimientos y alentaba a la violencia extrema para combatir al cristianismo.

El Inner Circle

El sótano de Helvete se había convertido en escenario de enigmáticas reuniones. Orgías, rituales, fiestas, sacrificios de animales... El círculo de amistades de Euronymus, formado por amantes del black metal, era el caldo de cultivo ideal para la extensión de las ideas anticristianas. Los medios noruegos bautizaron al grupo como Inner Circle (Círculo Interno) y lo señalaron como instigador del imparable crecimiento de los que llamaban "satanistas". La profanación de tumbas, las amenazas a sacerdotes y la quema de iglesias fueron los siguientes pasos. Una treintena de ellas ardieron. Entre otras, joyas de la arquitectura noruega como la iglesia de madera de Fantoft, del siglo XII. Unas 15.000 tumbas fueron profanadas.

El germen comenzaba a extenderse peligrosamente, aunque con menor intensidad, hacia la vecina Suecia, y las noticias se propagaban como la pólvora por los medios de comunicación extranjeros.

La puñalada final

A 500 kilómetros de Oslo, en Bergen, Vikernes asistía a la oscura revolución que Euronymus estaba urdiendo desde la capital. Lo que en un principio había sido una relación de socios -Burzum habían publicado sus primeros discos con Deathlike Silence- se había truncado de manera irreparable, convirtiéndose en una rivalidad por conquistar el liderato del movimiento.

Cuando a Vikernes le llegaron los rumores de que Euronymus planeaba torturarlo, matarlo, grabarlo en vídeo y distribuirlo como película snuff, no dudó ni un instante: se subió al coche junto a Snorre Ruch, del grupo Thorns, y recorrió la distancia que separaba su ciudad con la capital para plantarse en casa del guitarrista de Mayhem: 26 puñaladas acabaron con su vida.

Pese a que el asesinato de Euronymus estuvo rodeado de circunstancias extrañas -Vikernes declaró que fue en defensa propia-, los jueces impusieron una sentencia ejemplar. Con ella, el movimiento se diluyó poco a poco. Y aunque hoy Noruega sigue siendo la cuna mundial del black metal, poco queda de uno de los episodios más negros de su historia reciente. Unos hechos que muchos ni siquiera quieren recordar.

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