La costumbre de ir a la tienda de la esquina para comprar el pan se está perdiendo. Y no por un cambio de tradiciones, sino por una crisis económica que el último año causó la clausura de 7.000 comercios de barrio de la región. O lo que es lo mismo, casi 20 cierres al día, según la Confederación Española de Comercio (CEC).

La principal causa de esta debacle de las pequeñas tiendas está en la bajada del consumo. De hecho, Madrid ha sido una de las autonomías que peor comportamiento han tenido en esta área al registrar una bajada de ventas del 18%, muy por encima de la media nacional, del 12%.

Caída del empleo

La crisis también ha provocado una caída del empleo en el sector, al haberse perdido más de 14.000 empleos en un año, según CEC. Por su parte, ATA, la asociación de autónomos (muchos comerciantes están dados de alta como tal), cifra este número en 20.000, de los que 2.428 habrían ocurrido sólo en enero. Este último colectivo cree que la falta de acceso a la financiación, por la negativa de los bancos a conceder créditos, es la principal causa de esta sangría de trabajadores.

Sin embargo, no es de la misma opinión Miguel Ángel Fraile, portavoz de la CEC: "Las tiendas de barrio de la comunidad han sufrido más esta crisis que el resto del país gracias a una política liberalizadora que ahora se ha vuelto en nuestra contra. Promover las grandes superficies ha acabado perjudicando al pequeño comercio", sentencia.

Peor en muebles y decoración

La crisis ha afectado a todos los barrios por igual, pero más en sectores relacionados con el mobiliario y la decoración, aparte de tiendas de ropa, ultramarinos y calzado. Las grandes superficies la han sufrido menos, pero no sus asalariados. Según CC OO, en el último año el sector del comercio ha perdido un 20% de empleados. O lo que es lo mismo, 60.423 trabajadores.

Francisco Javier Sánchez. 42 años, empresario: "Con las rebajas perdimos dinero"

Lucy, una tienda de ropa especializada en tallas grandes, lleva abierta desde hace 40 años. "Por aquel entonces, Móstoles (donde su ubica el local) era un pueblo, pero mis padres decidieron apostar por el negocio", dice Javier, actual dueño.

"En los buenos años llegamos a tener dos chicas contratadas. Ahora sólo estoy yo, y sobro. Nuestras ventas han descendido un 25%, y con las rebajas del último mes hemos perdido dinero. Hicimos caja, pero tuvimos que reducir muchísimo los precios", asegura. Pese a los malos tiempos, Javier asegura que no echará el cierre, "sobre todo por un tema sentimental".