El entorno de la calle San Francisco cambia de cara sustancialmente, pues el Ayuntamiento tramita en la actualidad un centenar de expedientes para rehabilitar fachadas y viviendas, de solicitudes de residentes.

Esta línea de ayudas sigue vigente y se pretende extender a otros núcleos de la ciudad, según explicó ayer Román Pinedo, jefe de Coordinación de Proyectos. Cubre la recuperación de fachadas, cubiertas y zaguanes y, en el caso de la Zona Norte, hay programada la intervención en 1.340 viviendas en una primera fase, subrayó la delegada de Presidencia, Sonia Alegría.

El problema en estos otros barrios alejados del centro radica en que, a menudo, no hay ni comunidad de propietarios para gestionar la subvención.

En la zona de San Francisco y, en el conjunto del Centro Tradicional, la renovación también ha venido en los últimos meses por la apertura o traspaso de nuevos comercios y oficinas, cerca del medio centenar, entre tiendas de ropa y calzado, restaurantes y cafeterías, establecimientos de bisutería, decoración, muebles... y otra veintena de ayudas solicitadas para renovar el negocio.

No obstante, desde el grupo municipal del PSOE, criticaron la «inacción» ante la degradación de otros inmuebles en este barrio y en el Casco Antiguo. «¿Para cuándo la rehabilitación de edificios como Labradores, 15, o Rambla 19?»

La concejal Loles Fernández Martí reclamó que «la Concejalía de Imagen Urbana debería comenzar a trabajar en algo, aparte de poner maceteros de mal gusto».

Acerca de la situación ruinosa de algunos edificios en Nou Alcolecha, Sonia Alegría indicó que se estudia derribar algunos y reconstruirlos, pero estudiando bien quiénes son residentes reales.

Juan XXII, primer huerto urbano

Este mismo año se abrirá el primer huerto urbano municipal, en Juan XXIII. La fórmula se extenderá por el resto de la ciudad y consiste en sondear previamente a los vecinos más próximos a un solar sin edificar y en desuso, para ver si están interesados en cultivar patatas, tomates, lechugas... Si es así, el Ayuntamiento le abona «un alquiler simbólico» al propietario, y luego cualquiera puede hacer sus pinitos de agricultor gratuitamente. En la ciudad ya funcionan algunos huertos urbanos privados comunitarios.