Lanas y sedas se imponen con fuerza en una jornada gris de Cibeles Fashion Week

Desfile de la colección Otoño-Invierno 2010-2011 de Ana Locking presentada este domingo en la 51 edición de la Cibeles Madrid Fashion Week.
Desfile de la colección Otoño-Invierno 2010-2011 de Ana Locking presentada este domingo en la 51 edición de la Cibeles Madrid Fashion Week.
EFE
Desfile de la colección Otoño-Invierno 2010-2011 de Ana Locking presentada este domingo en la 51 edición de la Cibeles Madrid Fashion Week.

Lanas, pieles y sedas serán los tejidos estrella de la temporada otoño-invierno, a juzgar por la cuarta jornada de Cibeles Madrid Fashion Week, día en el que apuestas poco singulares no consiguieron levantar un ánimo enrarecido por la lluvia.

Miriam Ocáriz se mueve en la contradicción y combina el futurismo geométrico con una ingenuidad propia de Caperucita para una colección delicada a la vez que agresiva. Y lo hace de forma brillante con la superposición de prendas y tejidos.

Así, hay vestidos y faldas fruncidas con vuelo en lanas y en baquilla mezclada con lurex para conseguir el aspecto "chanel". Pero también vestidos muy ceñidos de punto que describen líneas con lentejuelas o retales de gasa estampados en tonos oscuros y con matices cereza, azul y verde.

Ocáriz resalta la cintura, lo que aporta feminidad a prendas en tweed, brocados y gales. Los abrigos adquieren volúmenes propios en la espalda y se ajustan en las caderas. La diseñadora ha optado por los grises y los negros así como por el dorado y el naranja y ha lanzado su colección de zapatos, estéticamente maravillosos pero no muy cómodos a juzgar por la trayectoria de las modelos.

Ana Locking, optimismo

Ana Locking aprovecha un momento de felicidad vital para inyectar optimismo a través de una intensa paleta cromática -naranjas, celestes, rosas que evolucionan hasta los estampados finales- a su colección, un canto a un "destino circular".

La diseñadora utiliza patrones y tejidos clásicos (satén, crepé de seda y de lana), muy femeninos y que marcan la cintura, pero le añade constructivismo formando puzzles de piezas geométricas en vestidos, faldas y chaquetas.

Tres apuestas especiales sobre la pasarela, en la que hubo propuestas para los chicos: bisutería "efímera" hecha a base de cera y latón, vainica artesanal y prendas multicolor de papel encapsulado entre organza de cristal transparente que pretenden tener la apariencia de un lienzo.

Por contra, un sobrio Lemoniez busca el "lujo oculto" con vestidos de corte suave y siluetas anchas pero fluidas. Los patrones estructurados se rompen con aberturas que maquillan la sencillez en abrigos, capas y vestidos de media altura.

Los trajes de chaqueta y los negros vestidos de noche -largos hasta los pies- son más ceñidos. Tonos empolvados y dorados, beige, rosa pálido, berenjena y visón. La intensidad sólo aparece con el negro y el amarillo de blusas seductoras.

María Lafuente, en el programa off

Cierra la jornada, en el programa off, María Lafuente con un "grito al optimismo". Desde el negro inicial, las prendas estructuradas hacen un viaje hasta el blanco visitando marrones, beiges, magentas y naranjas.

La colección, cuyo desfile tiene lugar en el Círculo de Bellas Artes, describe volúmenes arquitectónicos en abrigos menudos. Lanas confortables y pieles son esenciales para Lafuente, para quien el pintor Pedro Sandoval ha trabajado unos cueros que ella ha transformado en prendas.

José Miró ha abierto la jornada apostando por los irisados y las lentejuelas combinadas con tejidos nobles para dar a luz amplios vestidos, ajustados pitillos y cortas faldas. Sus materiales, mohair y seda, envuelven y adquieren su esplendor con agua marina, azules y dorados.

El pantalón ha sido el protagonista de la colección de Ailanto: diferentes volúmenes, largos y texturas se gestan para lograr un look juvenil y algo excéntrico. Los grandes pliegues pueblan vestidos, faldas y pantalones en organza de seda, otomán de terciopelo dorado y sedas mezcladas. Ailanto juega con la mezcla cromática de amarillos, fucsias y corales con negros, grises y ocres.

El universo de Lydia Delgado se recrea en jerséis de lana combinados con faldas de lentejuelas y un toque lencero, blusas de crepé de seda marfil y vestidos sirena de seda, con hombreras superpuestas de pelo artificial.

Los abrigos de paño cubren centelleantes vestidos de noche, blusas de aire retro y jerséis rematados con grandes lazos. David Bowie y los ochenta han sido la fuente de inspiración de la colección de Kina Fernández (en la que ha participado activamente su hija, María Álvarez), en la que destacan los abrigos de volúmenes amplios.

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