Cuatro luchadores incansables contra el desencanto de la sociedad

  • Cada uno en su terreno, son inasequibles al desaliento.
  • J. Antonio Labordeta, Ariel Santamaría, Sánchez Gordillo y Amnistía Internacional nos cuentan cómo ven la teoría del desencanto.
  • ESPECIAL La sociedad ha perdido la fe en la política.
De izquierda a derecha, J. Antonio Labordeta, Ariel Santamaría, Sánchez Gordillo y el logo de Amnistía Internacional.
De izquierda a derecha, J. Antonio Labordeta, Ariel Santamaría, Sánchez Gordillo y el logo de Amnistía Internacional.
Archivo
De izquierda a derecha, J. Antonio Labordeta, Ariel Santamaría, Sánchez Gordillo y el logo de Amnistía Internacional.
Rebeca QueimaliñosIncombustibles, comprometidos, tal vez utópicos o tal vez románticos en tiempos que no son los mejores ni para la lírica ni para los sueños. Pero ahí siguen, cada uno en su terreno, inasequibles al desaliento. Un poco más viejos; un poco más sabios; y, ojalá, un poco más libres. Nos cuentan cómo ven eso de la teoría del desencanto.

J. Antonio Labordeta

El escéptico itinerante. José Antonio Labordeta ha sido emblema de causas perdidas. Imprescindible en la sombra. Ídolo demócrata. Y escéptico comprometido. Revisa el pasado desde el futuro. Le seducen los recuerdos, pero dispara contra la nostalgia. Evoca la época posfranquista y sus conciertos en los pueblos. Cuando se retroalimentaban de entusiasmo. Y recuerda a una joven italiana. «Era la novia de un músico. Le asombraba la emoción de la gente ante la evolución de la transición y el nacimiento de la democracia. Pero ella siempre decía: ‘Cuando el sistema funcione, dejará de tener interés’». Labordeta le da la razón, y matiza: «Siempre pienso en aquella chica...». Por eso es consciente del letargo social contemporáneo y no le conmueve.

Es veterano en las trampas de la memoria y reconoce el aliño apasionado que recubre todos los recuerdos en pretérito. Así que recurre a frases asépticas: «La transición está romantizada». Labordeta recuerda que los conciertos terminaban en cargas policiales. «Salíamos de la dictadura y luchábamos contra las leyes de la reforma. Cantábamos. Venían los agentes. Se liaba. Y volvíamos a empezar». Recuerda conciertos multitudinarios, y siempre a los mismos. «Siempre éramos las mismas personas: afiliados a CC OO, UGT, PCE y ácratas». Vincula el descontento a la crisis. Pero confía en que la dañada moral social se rehabilite con el fin de la recesión.

Ariel Santamaría

El político proletario. El programa electoral del CORI planteaba instalar follódromos. Crear equipos de limpieza municipales para limpiar el polvo de las casas. O construir el párking público más grande del mundo. El objetivo era provocar y denunciar la ausencia de alternativas. Pero 1.800 votos en las elecciones municipales de 2007 le otorgaron un escaño en el Ayuntamiento de Reus. Su líder es un referente. Ariel Santamaría –alter ego de Elvis– promueve la política desde los suburbios del «perverso» juego político. La sensibilidad hacia los problemas de los ciudadanos le ha acercado al pueblo y alejado de la élite política. Lucha por rebajar los sueldos de los ediles, anular las zonas azules para los desempleados y crear comedores sociales para personas con problemas financieros. Desconfía de los dirigentes que nunca han sido clase media.

«En España, la política se entiende como un extra salarial a personas con carreras de Arquitectura, Medicina o Derecho. No hay políticos de clase baja. Y yo no creo en la política aburguesada». Entiende el descontento, pero llama a la acción. Y se pone de ejemplo: «Yo era cartero. Pero me cansé de tanto caradura y decidí intervenir». Dos años después de su triunfo, las estadísticas para las elecciones municipales de 2011 estiman que su partido alcanzará los tres regidores.

Sánchez Gordillo

Utopía comunista. Marinaleda es un municipio sevillano de 3.000 habitantes. La tasa de paro es residual y las hipotecas imaginarias. El ideólogo de la utopía comunista es Juan Manuel Sánchez Gordillo (CUT-BAI), alcalde de la corporación desde 1980 y líder sindicalista que todavía cree en la revolución obrera como pócima de justicia y sostenibilidad. Gordillo defiende que la honestidad política pasa por romper el muro de metacrilato que divide a dirigentes y dirigidos. «Es imposible gobernar bien si el político nunca ha vivido como la gente a la que se representa».

Y relaciona la decepción social con la ausencia de mecanismos de participación. «Todas las decisiones comprometidas deberían someterse a referéndum. Desde la necesidad del Ejército a la elección del sistema político. Es síntoma de salud democrática». El escepticismo social también está vinculado a la corrupción. Gordillo es partidario de reducir la remuneración económica de la cosa pública. «La falta de ética provoca un rechazo categórico entre la sociedad»

Amnistía Internacional

Derechos globales. La biografía de Amnistía Internacional es la historia de los derechos humanos y la lucha por la honestidad gubernamental. La clave es vigilar. Hay que cambiar el concepto «desconfianza» por «supervisión» para denunciar abusos y derrocar regímenes tiranos. La presión internacional es la clave del éxito. Y la movilización funciona. AI es consciente de que determinados gobiernos intentan ocultar los derechos humanos, pero la reacción debe ser la «movilización» no el «estancamiento». «A las personas les mueven más las personas que los grandes ideales».

El ejemplo: las campañas para frenar lapidaciones de mujeres en Nigeria. «Las acciones de este tipo movilizan a millones de personas. Porque saben que está viva, que tiene rostro, familia...». Asignaturas pendientes en España: erradicar las torturas por parte de los agentes del Estado y devolver la potestad a la Justicia española para poder juzgar crímenes internacionales. Aspectos a mejorar: asistir al éxito definitivo de la Ley contra la Violencia de Género.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento