Según las CUP, los residuos provenientes de las tareas de perforación y cimentación se depositan en el lecho del río —principalmente arcillas bentoníticas—, sin que pasen previamente por filtros o piscinas de decantación que minimicen los efectos, lo que hace que aumente la turbidez del agua y la flora acuática quede cubierta.
Según el comunicado, las quejas de los vecinos al Ayuntamiento de Girona y a la Agencia Catalana del Agua (ACA) paralizaron estos vertidos algunos días, si bien los episodios se han repetido últimamente, por lo que las CUP solicitaron "controles reales" que, si es necesario, finalicen en sanciones para las empresas que realizan las obras.
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