El alcalde de la ciudad de Le Raincy decretó ayer el toque de queda a partir de las 22.00 horas. Y numerosas voces piden la intervención del Ejército.

El primer ministro, Dominique Villepin, anunció por televisión que se autoriza a los prefectos (equivalentes al delegado de Gobierno) a decretar el toque de queda –la población no podrá salir de sus casas por la noche– en los municipios si es necesario. También se ha movilizado a 1.500 reservistas, lo que eleva a 9.500 los efectivos sobre el terreno.

A estos días de furia descontrolada hay que sumarles desde ayer la primera víctima mortal, un hombre hospitalizado que había increpado el viernes a unos jóvenes encapuchados y que cayó en coma por los golpes que le propinaron.

En la undécima noche de revuelta en Francia, la del domingo al lunes, nuevo récord de siniestros: 1.400 vehículos quemados en todo el país, además de todo tipo de mobiliario urbano.

En Grigny, 200 personas organizaron una emboscada a la Policía, y treinta agentes fueron hospitalizados por impactos de escopeta. El sindicato Acción Policial CFTC pidió ayer la intervención del Ejército: «Nada puede atajar la guerra civil que cada día se extiende un poco más».

También en Alemania y Bélgica

Cinco automóviles aparecieron quemados en un barrio del centro de Berlín la madrugada del lunes al martes, a consecuencia de incendios provocados cuyo trasfondo investiga la Policía por si hay relación con los disturbios de Francia. También la Policía de Bruselas investiga el incendio de cinco vehículos durante esa noche en un céntrico barrio y confía en que sean sucesos aislados, sin relación con los incidentes franceses.

«Falló la integración»

Tomás Calvo Buezas

Centro de Estudios Sobre Migraciones y Racismo

Lo que sucede en Francia es un problema no resuelto en su sociedad: la no aplicación de los principios de Igualdad, Fraternidad y Solidaridad, que predica la República, en relación con los hijos de inmigrantes y las minorías étnicas. El modelo integrador francés no ha funcionado, ya que pretende asimilar, y no crear, la plena convivencia entre todos los grupos de la sociedad, con el respeto a sus distintas subculturas. No es problema de guetos: el mayor gueto de Madrid, por ejemplo, es la rica Moraleja. El problema es la falta de servicios elementales, la vivienda, la educación, ayudas sociales... un caldo de cultivo que ante la situación de paro en la juventud prende fácilmente. Por el momento, no es extrapolable a España, se trata, en el caso francés , de hijos de inmigrantes de tercera generación que se sienten franceses pero excluidos, y están en posición de rebeldía. Sin embargo, cuando veas las barbas de tu vecino pelar...».