Raquel Micola: «No pienso volver nunca más. Esto es terrible»

EL PULPO:  Raquel Micola, diseñadora y creadora de la marca Mimótica Micola, galardonada con el premio Barcelona es Moda 2009 a la mejor empresa emergente.
EL GARAJE:  Edificio de zoología del Museo de Ciencias Naturales de Barcelona, espacio adalid de la taxidermia catalana que estremecería a Miguel de la Quadra-Salcedo.
Raquel Micola
Raquel Micola
Sandra Rojo
Raquel Micola

«¿Queréis tocar el bebé foca? Es muy blando». De esta guisa empieza nuestra sesión de fotos taxidérmica, y a medida que el encargado del museo (un hippie ataviado con un jersey que es puro fieltro) nos acerca ejemplares, a Raquel, amante de la bondad natural de los animales, la angustia le revuelve más y más el estómago. «No pienso volver nunca más. Es terrible esto que hacían, menos mal que ya no se puede», me confiesa, mientras yo me cuestiono si realmente la taxidermia estará o no prohibida. Reconozco que rodear a la reina de la mimótica (la ciencia de hacer las cosas con mimo) de bichejos disecados roza la crueldad intolerable.

Raquel Micola es una diseñadora de éxito. Sus zapatos delicados, sus bolsos de cuento y sus complementos perfectos se encuentran ya en más de 400 puntos de venta por toda Europa, y siguen creciendo (próximamente inaugurarán la primera tienda de la marca en Barcelona). Y eso que su historia evolutiva es, cuanto menos, atípica. Micola aprendió a coser junto a su abuela, una modista avezada que remendaba los trajes de los toreros que habían recibido una cornada —ahí es nada—, pero estudió Traducción e Interpretación porque veía el diseño como un hobby. Casi por casualidad, montó un stand con sus creaciones en una edición del mercado del FAD barcelonés y tuvo tanto éxito (el primer día agotó existencias y su familia al completo cosió bolsos durante una noche entera para poder seguir vendiendo al día siguiente) que decidió dejarlo todo por la moda.

De pronto, su mundo se convirtió en una algarabía de contratos, logística, transportes y aranceles que capeó como una valiente y aún a día de hoy sigue batallando, obstinada. «La moda es muy dura, porque es totalmente subjetiva, puede estar perfectamente hecha y que alguien diga “¡qué horror!”. Es mucho curro, tienes 20 problemones diarios, cuesta mucho dinero y aún así hay mucha gente que nunca llegará a ser conocida... Pero a mí me gusta lo que hago y, bueno, al menos cuando me dieron el premio Barcelona es Moda pensé: gracias a Dios que alguien cree que lo he hecho bien, voy a seguir peleándome cada día».

Empiezan a cerrar vitrinas, la sesión ha acabado y poco a poco se apagan las luces del museo aunque de fondo permanece una banda sonora de rugidos animales que, francamente, acojona. Raquel se marcha a casa, pero en su mente no deja de darle vueltas a la etiqueta que Josele (la ardilla disecada con la que aparece en la foto) llevaba atada al cuerpo: «Dos ojos, una nariz. Dos ojos, una nariz».

www.mimoticamicola.com

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