Llegó a la Berlinale una de las películas mas esperadas del festival, Shutter Island, y la reacción de la prensa (que llenaba la sala media hora antes de empezar la proyección) fue, en general, de frialdad. Es lógico: la película, la más reciente del otras veces genial Martin Scorsese (Malas calles, Taxi driver, Uno de los nuestros) es una extraña cinta a mitad de camino entre el policíaco y el terror, con un guión por momentos demencial e imágenes de estética arriesgados.

Una interpretación tortuosa

Leonardo DiCaprio (que vuelve a ponerse a las ordenes de Scorsese tras Gangs of New York, El Aviador e Infiltrados), Ben Kingsley y el propio director italoamericano se sentaron frente a los periodistas para explicar el porqué de esta película, basada en una novela de Dennis Lehane  y en la que el actor realiza uno de sus trabajos más tortuosos. "Cuando era joven comprendí que sólo un idiota desaprovecharía la oportunidad de trabajar con Scorsese. A lo largo de estos años, hemos desarrollado una especie de camaradería", explicó DiCaprio.

Esa camaradería permite en Shutter Island llevar al otrora galancito de Hollywood a uno de sus papeles más retorcidos. En la película, encarna a un policía que llega a una misteriosa isla que alberga un manicomio, para investigar una serie de extraños sucesos y, sobre todo, la desaparición de una de las pacientes.

Sin embargo, nada más llegar al lugar Teddy Daniels, el personaje de DiCaprio, se encuentra con un tenebroso equipo de médicos encabezado por Ben Kingsley y Max von Sydow, viéndose obligado a un extraño viaje interior que, finalmente, le llevará a no tener mucha más cordura que los enfermos que le rodean.

Los riesgos de Shutter Island, sobre todo en lo que respecta al guión, no terminaron de cuajar entre muchos de los asistentes, algo saturados ante las innumerables vueltas de tuerca de la película y algunas escenas de lo más truculentas. Una apuesta al límite de Scorsese que, según Kingsley, "exigió mucha empatía y emoción por parte de todos. Era un desafío, pero por suerte estábamos en buenas manos".

La película, que esta noche se proyecta para el gran publico (que lleva todo el día agolpado alrededor del Hotel Hyatt, donde se desarrollan las ruedas de prensa, para contemplar a sus ídolos), está enmarcada en la sección oficial pero fuera de competición. Preguntado sobre el porqué de esta ausencia, Scorsese se mostró bastante parco: "Me preguntaron si quería competir y dije que no", explicó el realizador. El estreno de la película, previsto para octubre del pasado año, se retrasó según la productora por la imposibilidad económica de publicitarla adecuadamente. Finalmente, la película llegará a las salas comerciales el próximo viernes, tanto en EE UU como en nuestro país.