
Para empezar se lo voy a poner fácil: ¿qué es un libro?
Un artefacto curioso que contiene un mundo, pero uno no sabe qué mundo va a ser, sólo conoce el envoltorio. Es como comprar un sofá sin haberlo probado ni haberlo visto nunca.
¿La editorial sería entonces el envoltorio?
Sí. La editorial y el autor ofrecen algunas pistas sobre el mundo que puede contener, aunque pueden ser pistas equívocas.
Vamos a complicarlo un poco: ¿qué es un buen libro?
Aquel que te deja en silencio. En el que entras con la cabeza llena de ruidos y te calla porque dice cosas que interesan. Un buen libro te ayuda a protegerte.
¿Y un buen lector?
Alguien que lee su lectura y la confronta con su vida, con el mundo y con la literatura.
Acérquenos a su figura: ¿qué se necesita para ser editor?
Ser catalán y rico.
Vaya, pues partimos con desventaja. Pero si Barcelona edita más, ¿también edita mejor?
Habría que preguntarse si Barcelona no edita para Madrid.
Para seguir con la polémica: ¿quién lee mejor, Madrid o Barcelona?
Éste es un país centralista y Madrid aún pesa. No se está leyendo muy bien, así que Madrid debe asumir su responsabilidad.
Pero Madrid es una ciudad abierta, ¿lo es también literariamente?
Aquí somos escépticos como virtud. Por eso ha fracasado siempre cualquier intento de crear literatura madrileña.
Aquí nos lo leemos todo...
Exacto, no tenemos prejuicios.
¿Su Libro con mayúsculas?
La educación sentimental, de Flaubert.
¿Y su autor ideal?
El que se pregunte si esto de escribir no es una trampa. El que se cuestione la propia literatura.
Recomiéndeme un novel.
Pues le voy a decir uno de los míos. Javier Pascual y su libro El cantar de Gamyl.
¿Y una razón para leerlo?
Cuando lo lea, la encontrará.
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