Un ex espía marroquí en huelga de hambre pide asilo político en España

  • El marroquí Hicham Bouchti denuncia torturas en su país por haber denunciado al régimen.
  • Teme represalias si es expulsado de España.
Hicham Bouchti, en Melilla.
Hicham Bouchti, en Melilla.
JOSÉ PALAZÓN
Hicham Bouchti, en Melilla.

El organismo se colapsa tras un mes sin digerir alimentos y absorber líquidos. O a los 15 días si la persona no posee suficientes reservas energéticas. El marroquí Hicham Bouchti pertenece al segundo grupo. Este martes, dos semanas después de iniciar una huelga de hambre, accedió a beber agua y prorrogar la angustia. Porque su objetivo no es rendirse. Bouchti lucha para que se reconozca su derecho de exiliado político. No ser devuelto a Marruecos. Y difundir la siniestra historia de sumisión, traición y torturas sufridas, según él, por parte de los servicios secretos de Rabat.

La biografía de este ex espía marroquí podría desafiar al mejor argumento literario de John Le Carré: Bouchti era un joven que trabajaba para el servicio de información del Ejército marroquí. Hasta que un día decidió retar la invulnerabilidad de la corrupción militar y denunció a uno de sus generales por tráfico de armas con Argelia. Dos años de cárcel después y tras declaraciones a la prensa en las que revelaba excesos y abusos de su trabajo como espía marroquí, viaja a Melilla y solicita asilo político.

La Comisión de Asilo al Refugiado le concede el permiso de residencia y se establece en Madrid. Agentes del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) contactan con él –siempre según su versión– y decide aportar datos sobre las torturas de la Policía marroquí a presos políticos e información sobre islamistas radicales. El CNI le ofrece protección. Sin embargo, la Policía marroquí le localiza y amenaza con torturar a su familia si no facilita información sobre el periodista Alí Mrabet –colaborador de El Mundo condenado en Marruecos a 10 años de inhabilitación por defender los derechos de los saharauis–.

Tras encuentros violentos en los que se suceden acusaciones sobre su colaboración con el CNI y amenazas, Bouchti es citado en Melilla. Tres agentes de la DST –policía secreta de Marruecos– lo introducen a la fuerza en un coche y es trasladado a Rabat para encontrarse con el rey Mohamed VI. La cita se convierte en un soliloquio de 15 minutos en el que el monarca le acusa de "traidor a la patria" y es enviado a la cárcel de política de Temara.

Otra vez ante el rey

Tres meses después es trasladado al Hotel Hilton y obligado a firmar un cuestionario. Vestido con traje y rodeado de fotógrafos, es retratado y devuelto a prisión. La semana siguiente, su imagen aparece en todos los medios marroquíes acompañada de un artículo en el que 'se declara' arrepentido de su traición a Marruecos y anuncia su regreso a las Fuerzas Auxiliares.

La publicación, en marzo de 2007, coincide con la visita del Rey Juan Carlos I a Rabat. Sin embargo, Bouchti denuncia que rota por varias cárceles los siguientes dos años para que la prensa no pueda contactar con él.

El 30 de agosto de 2008 recupera la libertad bajo arresto domiciliario. Hasta que una noche se disfraza de mujer y atraviesa la frontera de madrugada con el beneplácito de un policía sobornado. Llega al CETI y ruega auxilio. La Comisión Interministerial de Asilo al Refugiado ya ha tomado una decisión. Aunque todavía no le ha comunicado el veredicto. Bouchti es pesimista. Cree que las relaciones diplomáticas entre España y Marruecos pesarán más que la protección de los derechos humanos.

Prodein denuncia su causa

El presidente de la ONG Prodein, José Palazón, teme que la Comisión Interministerial le deniegue el permiso. "Exteriores le concedió el asilo en el año 2005. Pero su aparición en la prensa marroquí retractándose de sus críticas al régimen y anunciando el regreso a las Fuerzas Auxiliares sentó muy mal". Palazón sabe que Bouchti fue víctima de una trampa política, pero teme que España opte por evitar cualquier escollo diplomático con Marruecos.

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