El cine de 2016 es una animalada

Ya lo hemos dicho: las estadísticas de taquilla del primer semestre de 2016 están poniendo a Hollywood de los nervios. Incluso estrellas consagradas como Johnny Depp (Alicia a través del espejo) y George Clooney (Money Monster) no han logrado cubrir cuentas, y las diversas estadísticas dan a entender que las majors necesitan encontrar un nuevo modelo de negocio, y hacerlo ya. Pero en Variety han encontrado una constante que se escapa a ese razonamiento, y cuyas implicaciones podrían ser incluso más inquietantes. Porque, si ha habido un claro ganador en los rankings durante lo que llevamos de año, ese ha sido... el cine protagonizado por animales.

Echémosle un ojo a las listas de taquilla: de los 10 títulos más recaudadores en EE UU entre enero y junio, tenemos Buscando a Dory (puesto 1), El libro de la selva (puesto 4), Zootrópolis (puesto 5), Mascotas (puesto 7) y, en el noveno lugar del ranking, Kung Fu Panda 3. Es decir, que cuatro de las diez películas con mejores resultados financieros del año son trabajos de animación protagonizados por animales antropomorfos. ¿A qué se debe esto? El rotativo estadounidense lo tiene muy claro: se trata de una reacción del público ante una situación marcada por el terrorismo y (en el caso de Estados Unidos) por los disturbios raciales y por la proximidad de unas elecciones que podrían poner a Donald Trump en el Despacho Oval. Además, los avances en la animación digital hacen que las criaturitas del Señor resulten cada vez más expresivas, e incluso verosímiles, en pantalla grande.

"A todos nos gustan los animales. Dales una personalidad atractiva, y el público acabará babeando", comenta un analista de taquilla en el reportaje de Variety. Debido a esto, películas consideradas a priori como sólo aptas para niños han superado en beneficios a blockbusters sobrados de explosiones, como Batman v Superman e Independence Day: Contraataque. Si bien en años (o en décadas) anteriores esos filmes se hubiesen merendado la taquilla con patatas, ahora quedan como trabajos algo anacrónicos, desdeñados por un público que no quiere que le amarguen la vida. Ante este panorama, aquellos que deploran una progresiva infantilización del público han ganado un argumento más. Y nosotros, por nuestra parte, nos permitimos recordar que Blancanieves y los siete enanitos (que, aunque no tuviese animales parlantes, sí fue el primer gran blockbuster de la historia de la animación) se estrenó en 1937, a dos años vista de la Segunda Guerra Mundial y cuando la inminencia de un conflicto armado en Europa ya se daba por sentada. ¿Se atreve alguien a sacar conclusiones?