Tras el éxito de su primera temporada, Hermano Mayor -un coach que trata de encauzar a jóvenes conflictivos- vuelve este viernes a Cuatro con casos que prometen ser "más complicados e intensos" que los anteriores. El ex campeón olímpico de waterpolo y ex cocainómano Pedro Garcia Aguado tomará de nuevo la batuta para enfrentarse a situaciones que le han reportado "satisfacción, emociones y, a veces, miedo y frustración".

¿Cómo son los jóvenes que protagonizarán esta nueva temporada?

Son chavales que están al límite, metidos en su propio infierno, y para quienes el programa es su única esperanza.  En realidad no son malos, sino que se comportan mal, y provienen de estratos sociales distintos, tanto académicos como económicos.  Casi todos presentan patrones de desmotivación y trastornos afectivos . En esta ocasión, los casos que se han tratado han sido más intensos que los de la temporada anterior.

¿Por qué el 'Hermano Mayor' es efectivo?

Lo más importante es que tratamos el conflicto en la casa del chaval, nos metemos en su madriguera. Luego hay que investigar de dónde viene el problema, hay muchas patologías que en un primer momento no se detectan. Por ejemplo, hay chicos que no estudian. Sus padres dicen que son unos vagos, pero antes de afirmar esto, hay que  hacerles pruebas. El fracaso escolar puede esconder un trastorno de hiperactividad o de déficit de atención. También hay que dejar claro a los chicos que no puedo jugar el partido por ellos. Yo les doy las herramientas para ello.

¿Hay después del programa un seguimiento de los chavales?

Sí, les dejo el mail, sobre todo para cuestiones personales. Ellos, o sus padres, me cuentan si han tenido alguna discusión, por ejemplo. Para cuestiones graves, se ponen en contacto con Esther, la psicóloga. Pero los buenos resultados se mantienen más allá del programa, esto es una de las cosas más gratificantes de este proyecto.

¿Cómo podemos saber si  un chaval tiene un trastorno de conducta?

Cuando los padres ponen límites y ellos no los aceptan. Cuando los padres piensan que el chaval cambiará con el tiempo, y éste no lo hace.

Algunos de sus pupilos tienen comportamientos agresivos. ¿Ha pasado miedo?

Sí, he pasado miedo. Pero lo pierdo más tarde, cuando cuatro días después los llevo a un gimnasio y veo que no saben pegar de verdad (risas). Por ejemplo, a uno de los chicos, a Alejandro, lo veía en un principio muy agresivo, cuando áun no sabía lo que le pasaba. Luego supimos que tenía otros problemas...

El consumo de drogas es uno de los hábitos que más preocupa a los padres

Nunca se puede decir a un chaval: "No consumas, es peligroso", porque este lo va a seguir haciendo. Yo trato de explicarles los tipos de drogas que existen y sus efectos, así como lo que a mí me hicieron. También les advierto de que si siguen por ese camino, pueden convertirse en adictos... o no. Probablemente, sólo lo haga un porcentaje de ellos. Nos han enseñado que el consumo desmesurado de drogas es lo que convierte en adicto, pero yo creo que hay heroinómanos que con un sólo pico, ya están enganchados. Hay personas, como yo (risas) con una predisposición genética para ello.

¿Qué es lo que a usted le llevó a la droga?

Me gustó la sensación que me producía. Coincidió en un momento en el que mis padres estaban divorciados, tenía la autoestima baja y ninguna conciencia del riesgo que entrañaba. Además, me aferraba al estereotipo de "los yonkies son los de los barrios marginales, no yo". Con el tiempo, los malos hábitos fueron minando mi capacidad física y la de poder disfrutar de lo que me gustaba. Durante años me engañé porque me sentía bien de salud, seguía ganando medallas de waterpolo... Reaccioné ya una vez que había pasado por dos divorcios y cuando estaba en la ruina.

¿Y tuvo en aquel  momento alguna figura cerca como la del 'Hermano Mayor'?

Sí, el capitán de mi equipo, Manel, me ayudó mucho. Mi padre también siempre ha estado ahí.

¿Ha aplicado algunas de las técnicas del programa a sus hijos?

Sí. Mi hija pequeña iba muy mal en el colegio, comenzó a desarrollar un problema de conducta. Mi experiencia con el programa me empujó a llevarla para que la diagnosticaran. Nos explicaron que padecía lateralidad cruzada, es decir, la utilización de los hemisferios cerebrales no estaba bien equilibrada. Gracias a eso, pudimos someterla al tratamiento adecuado.

¿Se plantea, ahora que está en buena forma, volver al deporte?

¿Cómo? ¡Pero si estoy acabado! (risas). Además, soy alérgico al sufrimiento.