Un informe de Cámara Valencia insta a las empresas a "reaccionar" y "perder la miopía" para superar un modelo "obsoleto"

Almerich aboga por complementar las ayudas sectoriales con planes de empresa dirigidos a los líderes para que "sirvan de tirón al resto"

Un informe encargado por la Cámara de Comercio de Valencia insta a las empresas a "reaccionar, abrir los ojos y perder la miopía actual" a fin de superar el "modelo de exportación básico, que está obsoleto", y sustituirlo por otro basado en "una estrategia mucho más compleja" y en la "internacionalización", que implica "cooperar con otras empresas, estar multilocalizados, tener mayor tamaño y diversificar hacia sectores de más intensidad tecnológica".

Esta es la principal conclusión del estudio 'La globalización y su incidencia en los sectores manufactureros tradicionales', elaborado por un grupo de investigadores de la Facultad de Economía de la Universitat de València, bajo la dirección del catedrático José Pla Barber, quien lo presentó hoy junto al vicepresidente de la Cámara, Antonio Almerich, y el presidente de la Comisión de Internacionalización, José Ramón Revert.

El informe señala que la mitad de las empresas tradicionales valencianas son "rígidas" y, por tanto, "menos realistas" que las "innovadoras", con una "visión más positiva de su situación y menor percepción de que el entorno les influye" y "directivos con estudios medios o básicos", al tiempo que consideran "como 'no posibles' o 'no válidas' para sus empresas" las "estrategias más sólidas para hacer frente a esta crisis, como son las fusiones o la cooperación".

Este estudio supone una actualización del elaborado en 2003, presentado en 2004, y se realizó mediante el análisis de más de 230.000 empresas europeas de textil, mueble, iluminación, maquinaria y química de España, Francia, Italia, Alemania, Rumanía y Polonia, así como a través de 130 entrevistas realizadas a empresarios para conocer las distintas actitudes y estrategias contra la crisis.

"Se trata de ver la evolución en esos cinco años", señaló Pla, quien indicó que en ese periodo mejoraron "las capacidades y experiencia del equipo directivo", así como "el control de costes y la eficiencia de los empleados", aunque se destruyó "cerca de un 25 por ciento" del tejido empresarial. Además, Revert apuntó que la actividad comercial también cayó "entre un 25 y un 30 por ciento".

El estudio urge a impulsar un "cambio de actitud de los empresarios", que suponga "pensar en global" y generar en la compañía "una actitud abierta hacia el cambio", de "mejora continua", con "una visión objetiva y autocrítica de su propia posición estratégica". "Frente a este entorno, deben reaccionar", resumió Pla.

El catedrático defendió asimismo la conveniencia de rediseñar el actual modelo de empresa hacia el de compañía "global" y "retadora", que apueste por la multilocalización, la cooperación, las fusiones, la creación de franquicias y el control del canal de distribución, o bien hacia el de empresa "local" y "especializada", orientada hacia los nichos de mercado, el outsorcing, la logística y el servicio.

"no esperar a '

Papá estado'"

"Son las empresas las que tienen que liderar el cambio" y "dejar de obsesionarse tanto con recibir ayudas". "No puede esperar a que llegue 'papá Estado' a resolver las cosas", recalcó Almerich.

El estudio recomienda también "delimitar adecuadamente las fronteras de las empresas", mediante la "innovación organizativa" aunque sin "cambios internos operativos"; plantearse las opciones de fusiones y cooperación, integración y externalización, multilocalización y outsorcing; y "reforzar" áreas estratégicas, como marketing, I+D, actividades logísticas y recursos humanos.

Respecto a las políticas públicas, el informe aboga por ofrecer ayudas a empresas concretas, que sustituyan a otras fórmulas horizontales del tipo 'café para todos', para lo que se deberían "identificar" aquellas compañías que muestren "actitudes innovadoras y compromiso de permanencia".

Sobre esta cuestión, José Ramón Revert aseguró que las ayudas públicas se quedan "en las asociaciones patronales y los institutos tecnológicos, pero no acaban de llegar a las empresas", al igual que sucedió, dijo, con la liquidez inyectada a los bancos para fomentar la actividad crediticia o las líneas de financiación del ICO, que "tardaron muchísimos meses en llegar" y "en unas condiciones casi inconstitucionales", con "hasta un 8 por ciento" de tipo de interés.

Planteó así si "lo prioritario en este momento" es llevar a cabo "proyectos, por ejemplo, como hacer una renovación muy importante de un instituto tecnológico, para gastarse un importe importante", o ofrecer "ayudas a las empresas" y que esa renovación espere "dos, tres o cinco años". "Tenemos la obligación de ayudar a las empresas y todo lo demás, que no es tan prioritario, dejarlo para más adelante".

Almerich coincidió en la necesidad de complementar esas ayudas sectoriales, que "son buenas y necesarias", con la creación de "planes de empresa" dirigidos a "buques insignia de cada sector", con proyectos concretos que "identifiquen a las empresas líderes de cada sector" para que "sirvan de tirón al resto".

"efecto ejemplarizante"

"Es una forma de abrirles los ojos" con el "efecto ejemplarizante" de "empresas que hacen bien los deberes desde hace tiempo", explicó Almerich, quien alabó las ayudas de ICEX e IVEX, aunque lamentó los recortes presupuestarios del organismo estatal.

Por su parte, Pla remarcó que "no hay que eliminar nada", sino "monitorizar mejor el control de las ayudas", aunque matizó que "las ayudas para prolongar la agonía no son buenas".

Reclamó asimismo "una mejora en la gestión, información, especialización y coordinación de los servicios de orientación, presentación y gestión de ayudas publicas"; la búsqueda de "fórmulas originales para que el crédito llegue a las empresas"; el "fomento de las relaciones e inversión en otros clusters industriales" de países emergentes y la creación de "programas de concienciación del consumidor final".

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