En un comunicado, las psicólogas de esta entidad, Júlia Monge, Antònia Miralles y Susana Navarro-Reverter se mostraron en contra del traslado a la capital balear del casino, ubicado actualmente en Calvià, y que fue autorizado por la Dirección General de Interior del Govern, mediante una resolución dictada el pasado 23 de diciembre de 2009 y que será recurrida por las Asociaciones del sector del Juego en Baleares, Acomam, Asba, Aesbi y Sareiba.
Las psicólogas de Juguesca admitieron que ya es tarde para oponerse al traslado, tras reconocer que no presentaron ninguna alegación en contra, si bien "pensábamos que las instituciones de Palma, Mallorca y Baleares dedicadas al cuidado del bienestar social y sanitario de nuestra Comunidad meterían baza y pararían esta locura".
Sin embargo, lamentó que los únicos que han manifestado su opinión en contra de la instalación del casino en Porto Pí son las citadas asociaciones del juego, que están "interesadas por motivos económicos, debido a que la tajada a repartir es muy gorda".
Por otro lado, la Asociación Juguesca preguntó a las instituciones de las islas si "se han parado a pensar en las repercusiones que tendrá el casino sobre la oferta de actividades de ocio destinadas a los jóvenes" y, en este sentido, consideró que "a lo mejor, se piensan que es una oferta deportiva, como ahora que nos presentan el pócker como una competición casi olímpica".
Las citadas psicólogas recordaron que los casinos modernos se han construido fuera de los núcleos urbanos "precisamente como medida preventiva de la ludopatía, siguiendo la Ley Nacional de Juego", algo que, a su juicio, no ha sucedido en Palma, debido a que en 1995 se traspasaron a Baleares las competencias de Juego, aunque todavía no hemos tenido tiempo de aprobar una Ley autonómica en esta materia".
Así, criticaron que el "vacío legal permite que nos pasen estas cosas", de forma que, según ironizaron, "tendremos una espléndida oferta turística y de ocio en el Paseo Marítimo de Palma: el botellón al borde del mar, las apuestas en un mega casino y ahora tan sólo faltaría que instalasen un supermercado de drogas en el Paseo Marítimo para que nuestros jóvenes tuvieran la oferta completa y sin riesgos para que no tengan que desplazarse en coche para ir de un lugar a otro". "Ya hablaremos de aquí a unos años sobre adónde nos ha llevado todo esto y es posible que, después, las instituciones ya no miren hacia otro lado", zanjaron Monge, Miralles y Navarro-Reverter.
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