Forenses sostienen que el joven muerto apuñalado tuvo que ser sujetado por la ausencia de señales de defensa

El guardia de seguridad dice que la reyerta la comenzaron tres individuos de etnia gitana

Los médicos forenses que realizaron la autopsia a O.O, el joven que falleció en agosto de 2007 al ser apuñalado durante una reyerta ocurrida en un bar de Alcantarilla y en la que su hermano resultó herido, sostuvieron hoy que la víctima tuvo que ser sujetada, ya que no encontraron las señales de defensa "típicas" que una persona presenta cuando se la está atacando con un arma blanca, en este caso definida como un "arma fina de modo cortante".

Así lo trasladaron a las partes intervinientes en la tercera sesión de la vista oral que se celebra en la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Murcia, y que se reanudará el próximo lunes, ya que mañana uno de los abogados tiene pendiente una causa con preso en un juicio a celebrar fuera de la Región de Murcia.

Y es que, explicó uno de los forenses, "cuando hay una agresión con arma blanca, la víctima se defiende y se cubre de forma automática, son lesiones típicas que se encuentran en las manos y en los brazos y que no aparecían en O.O".

Esta idea, que barajan no obstante como "hipótesis", también cobra valor por el hecho de que a la víctima mortal también se le localizaron dos heridas en el pie, una de ellas "de filo", es decir, de defensa, lo que indica que "pudo estar sujetado e intercedió con los pies" para su defensa.

De igual modo, de la autopsia realizada al cadáver del joven O.O los forenses no apreciaron señales de sujeción "aunque no tienen por qué quedar".

El arma homicida fue descrita por éstos como "muy fina, de unos ocho milímetros de anchura, que penetró en el tórax y después salió", lo que provocó que la víctima sufriera un "taponamiento cardiaco sin descarga hemorrágica" que produjo su muerte.

Es decir, explicaron, el corazón de O.O se comprimió hasta que dejó de latir; razón por la que no se encontró abundante sangre en su ropa ni en el lugar en donde se halló su cadáver, puesto que "las heridas responden a una sola secuencia y sangró muy poco".

Preguntado a éstos por si el hecho de que Eduardo G.B., el único de los cinco procesados por el crimen que permanece en prisión, padezca un "retraso mental" y éste pudiera influir, de algún modo, en su conducta esa noche, los médicos forenses dejaron claro que éste "era perfectamente consciente de los hechos" según se desprende de su relato, además de que si hubiera ingerido grandes dosis de alcohol esa noche no hubiera tenido la fuerza, posiblemente, de apuñalar a los hermanos Orenes.

Por su parte, el médico forense que realizó el examen a F.O, el hermano del joven muerto apuñalado, localizó hasta siete heridas "penetrantes" en diversas partes del cuerpo producidas, sin lugar a dudas, por un arma blanca, mientras que tres fueron por la operación quirúrgica a la que se expuso y otras lesiones "contusas y no penetrantes".

Cuando fueron preguntados sobre si las lesiones que sufrieron los hermanos Orenes eran compatibles con una sola arma y realizadas por un sólo agresor, éstos respondieron, irónicamente, que no son "adivinos", pero que eran "armas blancas muy parecidas y similares".

Comparecen los testigos.

La tercera sesión del juicio se reanudó hoy con la comparecencia de los testigos. El primero en declarar fue la camarera del bar Mustafá, el local en donde ocurrió la contienda esa noche.

La empleada del establecimiento relató que los hermanos Orenes se encontraban sentados en una mesa, acompañados de dos chicas, cuando entraron tres individuos, de etnia gitana, a los que les sirvió tres cubatas que "no les dio tiempo a consumir", ya que comenzó la pelea.

"Escuché la frase 'yo a ti te tengo que matar'", aunque no pudo atribuírsela, porque la luz era "oscura", a ninguno de los cinco procesados que se sientan en el banquillo, para los que el fiscal pide penas que suman 115 años de cárcel por un delito de homicidio y otro en grado de tentativa.

No obstante, en la fase de instrucción, durante su interrogatorio identificó a Antonio G.F. como la persona que pronunció esa frase y que hoy puso de manifiesto que pudo decirlo "cualquiera".

Tampoco identificó al individuo que le dijo, cuando la vio llamar por teléfono móvil, "puta a quien vas a llamar", momento en el que ésta recibió un puñetazo y que hoy, a preguntas del Ministerio Fiscal, abogados y acusación particular, advirtió que intentaron pegarle, pero que no lo consiguieron.

Durante las distintas vistas del juicio, también se ha intentado dilucidar la cuestión de por qué dos de los procesados acudieron al local esa noche, cuando en el interior se encontraban tres primos suyos. Los implicados aseguraron que no se pusieron en contacto por teléfono móvil, porque no lo llevaban consigo esa noche o no tenían en aquel momento.

Sin embargo, la camarera del bar observó como uno de ellos llamaba por teléfono, "lo vi paseando con el móvil", aunque no vio la cara de quien lo hacía.

También declaró en calidad de testigo el guardia de seguridad, que precisamente esa noche no estaba trabajando y se encontraba en el local tomando una copa. Aunque desconoce el motivo de la pelea, reconoció que medió entre ellos para intentar separarles pero cuando entró al local Eduardo G.B., a quien se le atribuye la muerte de O.O y dejar malherido a su hermano, "la pelea fue a peor y decidí apartarme para que no me pegaran".

La contienda la empezaron "tres individuos gitanos", expuso a las partes, para añadir después que entraron dos más, pertenecientes a esta etnia. Durante la misma, dijo que no vio ninguna navaja y que oyó a una de las chicas que acompañaban a los hermanos Orenes decir que a uno de ellos lo habían apuñalado.

Entre otros testigos que comparecieron hoy en el juicio, sorprende la declaración de la mujer de Antonio G.F., cuyo testimonio decidirá posteriormente la Sala si se tiene en cuenta puesto que entró en las sesiones anteriores de estos días.

La mujer de uno de los procesados dio cuenta de una carta que le entregó el tío de los hermanos Orenes, firmada por el padre de éstos y encabezada por F.O. Relató que en esa carta "F.O dice que quien mató a su hermano fue Eduardo G.B."; una prueba que el Ministerio Fiscal estimó que puede ser una presentación de un documento "falso", puesto que la acusación particular subrayó que su cliente, F.O., así como el padre de éste negaron haber escrito esta misiva.

La otra parte del juicio se centró en las declaraciones de siete policías nacionales, que intervinieron en este caso. Uno de ellos recordó que cuando acudieron al lugar, el local estaba cerrado y cuando volvieron por la tarde y pudieron acceder a su interior, estaba todo limpio y ordenado. Coincidieron con los forenses en el hecho de que la herida mortal no provocó una "hemorragia muy grande de sangre".

Otra agente afirmó que cuando le tomó declaración a la testigo que compareció ayer, que fue "reacia" en acudir a Comisaría, "estaba muy nerviosa y se negó a firmar la declaración porque dijo que no quería saber nada del tema ni nada que ver con esta gente y que tenía mucho miedo".

Finalmente, el último policía, que declaró por videoconferencia, recalcó que cuando interrogó a F.O, éste le manifestó que "no podía precisar quién era la persona que le había propinado los golpes, pero sí reconoció a los cinco autores implicados en la pelea, ya que habían sido vecinos suyos".

En la vista de ayer, F.O. no corroboró que los cinco implicados en la reyerta, todos ellos de etnia gitana y con los que nunca tuvo ningún tipo de problemas, fueron los que acabaron con la vida de su hermano, de tan sólo 18 años. "Tres personas lo rodearon, pero no las vi bien, ya que el local estaba oscuro".

Mostrar comentarios

Códigos Descuento