Alegría y tristeza entre los vecinos por el desalojo del Patio Maravillas

Los vecinos del barrio madrileño de Malasaña se han mostrado este martes entre alegres y tristes por el desalojo del Patio Maravillas que la Policía Nacional llevó a cabo este martes por la mañana.

Junto con los jóvenes que se acercaron hasta la zona para mostrar su apoyo al centro social, se mezclaban los vecinos de la zona, que entre extrañados y molestos, intentaban hacer la vida normal de un martes.

Por un lado, muchos de ellos se mostraron "sorprendidos" por la cantidad de agentes policiales que mantenían acorralada la zona, puesto que además de la calle afectada, todas las colindantes, como la de Noviciado, San Vicente Ferrer o La Palma estaban cortadas y sólo se permitía el paso si estaba debidamente justificado.

Una justificación que, según María, una de las vecinas, no ha servido de nada porque durante toda la mañana no la han dejado "pasear por las calles" de su barrio. "Si demostrabas que vivías en la calle te permitían pasar, pero si lo que necesitabas era ir a comprar o algo, ya no", denunció.

"La aldea gala"

La tranquilidad con la que se llevó el desalojo se demostró también entre los vecinos y los jóvenes de este colectivo que, en distintos momentos, y con opiniones totalmente contrarias, dialogaban en círculo sobre los beneficios y perjuicios de este desalojo y, en concreto, las consecuencias de que este espacio social vaya a desaparecer.

"El Patio Maravillas era la aldea gala en medio del imperio comercial que se está convirtiendo la zona", decía Carlos, editor en paro y vecino de la zona, en referencia a las zonas comerciales de Triball o la calle Fuencarral. "Era un espacio de socialización alternativo, distinto a otros garitos de la zona, donde podías participar en un taller de reparación de bicis o de idiomas, por ejemplo", explicaba a 20minutos.es. "Era una alternativa gratuita y disponible para todos los vecinos a las actividades que hace la junta de distrito".

<p>Vecino del Patio Maravillas</p>A Patxi, camarero de 52 años y vecino "de toda la vida" de Malasaña, el desalojo le ha parecido "fatal". "Hoy en día está todo el mundo sacando tajada de todo y aquí venía la gente a aprender y a enseñar con la gente", contaba indignado. "Todo el mundo colaboraba: si a alguien le sobraba ropa o unos libros, los dejaba aquí para que los cogiera otro. En vez de estar castigado, esto debería de ser aplaudido y premiado, porque ayudando a los demás, te ayudas a ti mismo".

Cuenta que prefería ir al Patio Maravillas en vez de a los bares de la zona, porque "aquí se hablaba de todo, no sólo de toros, fútbol y mujeres". "Hoy estoy jodido. Me he enterado por la 'tele' y me ha parecido un regalo de Reyes horrible".

<p>Vecino del Patio Maravillas</p>"A personas como a Díaz Ferrán, que debe millones a Hacienda y a Caja Madrid, se le respeta porque va bien vestido a pesar de que ha cometido ilegalidades mucho peores de las que se han cometido okupando el Patio Maravillas", razonaba Eduardo, un joven de 33 años e investigador del departamento de ecología en la Universidad de Alcalá. Es miembro de la asociación Globalízate, que solía reunirse en el centro social. "No es lo mismo 'okupar' un edificio vacío en un terreno dotacional que el Ayuntamiento de Madrid vendió a un particular (Leopoldo Arnáiz) para darle un uso social y para el barrio, a entrar en una casa particular a vivir gratis y joder", explica y remarca que en el Patio Maravillas "no vivía nadie".

Una okupación "sin sentido"

Sin embargo, otro vecino que lleva 50 años viviendo en el bloque colindante al número 8 explicó que la ocupación hace tres años tenía "un sentido" que a día de hoy ya no lo tiene. "La ocupación nunca es un derecho legal", apuntó, al tiempo que recalcó que el objetivo que tenía al principio dicha acción "hoy no continúa".

"Hay que vivir aquí para saber lo que pasa", señaló, al tiempo que apuntó que aunque al principio "no molestaban porque era una cosa muy suave, normal y todo el mundo lo admitía", con el paso del tiempo, aseguró, se han "montado historias" que no están relacionadas con el Patio Maravillas.

En su opinión, uno puede entender que un colegio se ocupa por una acción social "pero cuando se transforma en trapicheos de 'yo te vendo, yo te compro'...es otra cosa", en relación a los movimientos de compraventa de droga que, según el vecino de la calle, tienen lugar en la zona con frecuencia.

Este barrio, además, está integrado por vecinos de todas las edades, aunque destacan los más mayores que hoy, al ver la cantidad de gente aglomerada por la causa, no dejaban de sorprenderse y alegrarse a la vez porque tenían "ganas" de que el barrio "se quede tranquilo".

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