¿Un futuro sin tarjetas, firmas ni contraseñas?

Se acerca el momento en el que nuestro cuerpo será nuestro DNI, en el que no habrá que memorizar contraseñas ni cargar con una docena de tarjetas electrónicas.
Un cajero electrónico con verificación de huellas dactilares en Escocia
Un cajero electrónico con verificación de huellas dactilares en Escocia
Martin Cleaver/AP Photo
Un cajero electrónico con verificación de huellas dactilares en Escocia
Desde casi las primeras películas y series de ciencia ficción se ha visto cómo los humanos eran identificados, incluso a distancia, por sus huellas dactilares, su iris, su rostro, la palma de la mano o las venas del dorso o incluso su oreja. Es decir, por cualquier parte de su anatomía que se sepa única.

Algunos bancos como BanCafe de Colombia (el tercero en importancia del país), Suruga de Japón el Bank of America y líneas aéreas como British Airways o Virgin, ya han impulsado experimentos piloto con cajeros automáticos y sistemas de embarque que emplean estos sistemas de reconocimiento, en lugar de las claves numéricas asociadas a bandas magnéticas a las que estamos acostumbrados.

En España, empresas como Visa, han confirmado a 20Minutos que están haciendo un seguimiento de la tecnología, pero que no están implementando nada. Los bancos consultados (BBVA, la Confederación Española de Cajas de Ahorro y el Banco Santander Central Hispano no han sabido siquiera contestar.

¿Qué es la biometría?

Esta identificación (o autenticación para hablar con más propiedad), se conoce desde hace años como biometría. Y es tan vieja como el mundo. Cuando nos untan el índice con tinta y lo estampan en un papel, eso es biometría. Pero ahora, con la explosión de la tecnología, ha cobrado nuevas alas.

Hasta en los andares. Hay dos tipos de biometría. Puede ser estática, cuando reconoce partes únicas de nuestro cuerpo como el iris o las huellas, y también dinámica, si identifica actuaciones y comportamientos como la caligrafía, la forma de andar o la voz.

Unos investigadores finlandeses han desarrollado un sistema para que los teléfonos móviles reconozcan a sus propietarios por la forma de andar. Acierta en el 90% de los casos, un porcentaje similar al de las tecnologías de reconocimiento de voz. Sus creadores aseguran que podría adaptarse también a las tarjetas de crédito.

Las aplicaciones de la biometría informática son múltiples. Piense en todas las ocasiones en las que necesita presentar una tarjeta que le identifique. Muchas ya se están llevando a cabo:

  • Para controlar los accesos a un edificio o una zona restringida.
  • Para fichar a los trabajadores (ningún colega bienintencionado podrá pasar su tarjeta en su lugar).
  • Para que nadie más que usted pueda utilizar su computadora portátil, su teléfono móvil o su agenda electrónica.

Sus ventajas potenciales son muchas: una identificación infalible, el poder olvidar las contraseñas e incluso para no llevar una cartera preñada de tarjetas de identificación.

El problema es que también hay inconvenientes: los dos más importantes son su elevado coste de implantación (una de las cámaras de reconocimiento de iris más baratas, cuesta 1.000 dólares) y que a muchas asociaciones de consumidores les preocupa cómo puede afectar la popularización de esta tecnología a la necesaria privacidad y anonimato.

¿Recuerdan el agobiante futuro plasmado en Minority Report, sin poder dar ni un paso sin ser bombardeado por publicidad personalizada? Para evitar atentar contra estos derechos, existen iniciativas como la de Biometric Identification Technology Ethics (Bite) que suscriben muchas empresas y organizaciones relacionadas con esta tecnología.

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