Letizia Ortiz, una madre moderna

El 1 de noviembre de 2003 la Casa Real emitió un comunicado en el que se anunciaba el enlace del Príncipe de Asturias con una desconocida doña Letizia Ortiz Rocasolano. Poco se sabía entonces de ella, excepto que era periodista y plebeya. Hoy, convertida en Princesa de Asturias, su nombre inunda el registro de nuevos natos, sus contracciones abren la ediciones de la prensa de información general y su historia inspira libros, blogs y páginas web.
Letizia Ortiz
Letizia Ortiz
EFE
Letizia Ortiz

Antes de convertirse oficialmente en la prometida del príncipe Felipe, Letizia Ortiz era la chica del telediario de TVE, un rostro bello que informaba con aplomo de la actualidad nacional e internacional.

La reportera tenía entonces 30 años y a sus espaldas, una sólida experiencia en el mundo del periodismo avalada por su paso por el diario ABC, la Agencia Efe, la cadena de televisión estadounidense Bloomberg TV, el canal privado CNN Plus y TVE.

Se trataba de una exitosa carrera que algunos interpretaron como una señal de inteligencia y tesón; otros, la confirmación de una desmesurada ambición”.

Poco a poco se divulgaron nuevos datos: Letizia Ortiz se había casado por lo civil, estaba divorciada, era a su vez hija de divorciados y su madre, de profesión enfermera, era sindicalista.

Sin embargo, esta información, mezclada con habilidad, contribuyó a conformar el retrato de “una mujer moderna, independiente y de su tiempo”.

Viajera, responsable, inquieta, amante de la adrenalina que supone estar al pie de la noticia, seria, exigente, elegante y lectora impenitente, doña Letizia ha aprendido con rapidez cómo ha de desenvolverse en su nuevo papel.

Ese “Déjame hablar a mi” con el que inquirió ante los medios al príncipe Felipe al inicio de su relación se ha visto reemplazado, tras dos años en Palacio, por etiqueta, silencio, candor y un prudente segundo plano que, probablemente, nunca imaginó que desempeñaría, ni en su vida personal ni en su profesión.

Aún hoy en día, durante los actos a los que acude, se muestra ávida de conocer, deseosa de intervenir. La prudencia, sin embargo, es ahora su íntima amiga.

Una mujer muy familiar

Resulta aventurado hablar sobre el perfil de Letizia como Madre. Hija de padres divorciados, se sabe de ella que adora a sus progenitores y a sus abuelos. El fallecimiento del paterno fue un durísimo golpe para ella que, sin embargo, no le impidió cumplir con sus obligaciones oficiales de inmediato. No habían transcurrido ni 48 horas desde el entierro cuando Doña Letizia inauguraba el Museo de Arte Contemporáneo de León.

Con sus dos hermanas, Erika y Thelma, mantiene unas relaciones excelentes, y se desvive por sus sobrinos, tantos los propios comno los políticos. De pequeña, veraneaba en la casa del entrañable abuelo taxista , en la Costa Blanca, en un modesto apartamento con piscina que albergaba a toda la familia. Siempre que puede se escapa a Asturias para ver a su abuela, la locutora Menchu del Valle, quien se hizo famosa en toda Europa por el estrecho abrazo que le propinó su nieta en la cena de gala previa a la boda.

Con semejantes antecedentes, el arraigo hacia su tierra y familia, su innata curiosidad y la preparación cultural que ha recibido, resulta lógico pensar que Doña Letizia tiene mucho terreno ganado ante el reto que le espera: educar a un Infante de España.

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